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Un jugador intenta atropellar a un árbitro con una moto en una de las más violentas jornadas

Diez árbitros madrileños se convirtieron el pasado domingo en indefensas víctimas de la ira de' algunos jugadores y aficionados: Esos 10 golpes al mentón, a la espalda, al pecho o a los glúteos hicieron de la última jornada la más conflictiva. El punto culminante se alcanzó en Daganzo, donde un jugador intentó atropellar al árbitro con una moto.Antonio Rodríguez Balseda futbolista del Daganzo, montó en cólera cuando, con 0-4 en el marcador a favor del rival, el árbitro le expulsó tras oír un sonoro "gilipollas". Antes de retirarse, el jugador le amenazó: "Te vamos a matar". El trayecto hacia los vestuarios no apaciguó sus ánimos. Fue entonces cuando el iracundo jugador arrancó su moto y penetró en el campo.

El árbitro tuvo la suficiente habilidad como para esquivar el atropello, pero no al piloto, que consiguió derribarle de una patada. La policía no hizo acto de presencia.

Hechos como éste han aumentado la indignación de los responsables federativos, temerosos de que algún día ocurra algo irreparable. "Los clubes tienen la obligación de avisar a la policía y al árbitro le asiste el derecho a negarse a pitar si se producen conflictos y no encuentra protección".

Un mismo coche policial vigila a la vez varios campos. "Es evidente", afirman en la federación, "que no es fácil que la casualidad les lleve en el momento justo al sitio adecuado".

De momento, Antonio Rodríguez Balseda ha sido. sancionado con 25 partidos. El mismo castigo se han llevado otros dos jugadores. Uno de ellos, Manuel Salguero, del Uffos Tetuán, se ensañó con el árbitro. Al menos eso es lo que éste ha reflejado en el acta, donde indica: "Me dio un empujón y un puñetazo. Una vez en el suelo, me pataleó".

Juan P. Fernández, jugador del San Agustín, se limitó a propinarle un puñetazo al colegiado, pero sus efectos fueron demoledores: el sorprendido juez pasó del suelo a la enfermería.

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Menor castigo ha recibido Miguel Ángel Blasco, jugador del UD Ávila, que no pasó de acordarse de la madre del árbitro mientras intentaba acogotarle.

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