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SARAJEVO, EN SU HORA CRÍTICA

Yeltsin y Clinton logran "acuerdo de principio" para no bombardear

Tras varios días de suspense diplomático-militar, los últimos momentos previos a la expiración del ultimátum de la OTAN transcurrieron anoche, al final, de manera menos tensa de lo previsto. Conforme pasaban las últimas horas del Día D, cada vez quedaba más claro que los aliados no iban a bombardear a los serbios. Lo confirmaron incluso directamente por teléfono, anoche, los propios presidentes ruso y norteamericano, Borís Yeltsin y Bill Clinton, respectivamente. Las declaraciones cada vez más optimistas se sucedían, procedentes de las capitales occidentales y de Moscú, dando a entender que los serbios habían cumplido con las exigencias de la OTAN y que ya no había motivo para abrir la caja de los truenos.

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El Consejo de Seguridad se encontraba reunido de manera informal a la una de la madrugada de hoy (hora peninsular española), el momento preciso de la expiración del ultimátum de la Alianza, para que el subsecretario a cargo de las Operaciones de Paz, Kofi Annan, hiciera un balance de la situación en tomo a la capital bosnia. Pero esta reunión no se desarrollaba en medio del clima de dramatismo que se temía todavía unas horas antes.La confirmación definitiva de esta evolución hacia el optimismo llegó hacia las 22 horas, cuando la agencia Itar-Tass anunció, citando a un portavoz de la presidencia rusa, que los jefes de Estado norteamericano y ruso, Bill Clinton y Borís Yeltsin, habían llegado por teléfono a un "acuerdo de principio" para «prevenir los bombardeos [contra los serbios], a la vista de los esfuerzos desplegados estos últimos tiempos por la diplomacia rusa", según los términos del comunicado publicado en Moscú.

Una hora más tarde, la Casa Blanca hacía pública una declaración menos tajante, pero que se abstenía de desmentir las afirmaciones del Kremlin. Aunque no se había tomado "ninguna decisión definitiva", según el portavoz de Clinton, Estados Unidos se sentía "alentado por los esfuerzos de los serbios para conformarse" al ultimátum de la OTAN. Otro portavoz de la presidencia hablaba de "progresos formidables" en la retirada de las armas. Casi al mismo tiempo, el presidente francés, François Mitterrand, aseguraba en París que las razones para una eventual operación aérea parecen haberse esfumado", y evaluaba en "un 90%" el porcentaje del armamento serbio retirado o controlado por las fuerzas de la ONU.

Unas horas antes, otro contacto entre dos altos responsables de Moscú y Washington ya había contribuido a relajar el ambiente. El ministro ruso de Defensa, Pavel Grachev, afirmó que había conversado por teléfono con su colega norteamericano, William Perry, y recibido la seguridad de que no habría ataque aéreo contra los serbios al expirar el ultimátum, según informa Rodrigo Fernández. La Casa Blanca se había negado entonces a confirmar la información, considerándola prematura.

Reunión de la OTAN

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Las primeras señales positivas habían llegado a mediodía desde la base italina de Aviano, cerca de la frontera con la ex Yugoslavia, donde estuvieron reunidos los ministros de Defensa de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Holanda, según informa Peru Egurbide. "Las noticias que nos llegan en estos momentos de Bosnia son reconfortantes", había afirmado al terminar la reunión el titular italiano, Fabio Fabbri, a la vez que recordaba: "Somos conscientes de la gravedad para la Humanidad del momento crucial que estamos viviendo".En la rueda de prensa que se celebró al final de la reunión, el ministro británico, Malcolm Rifkind, había advertido, sin embargo, que el cumplimiento de las exigencias de los aliados no sería valorado hasta la una de la madrugada por un procedimiento complejo que expuso con detalle, para descartar implícitamente la posibilidad de un ataque inmediato al vencer el ultimátum, incluso si se consideraba incumplido.

Rifkind explicó que el general inglés Michael Rose, jefe de las fuerzas de la ONU en Bosnia, y el general francés Jean Cot, que dirige el destacamento de los cascos azules en toda la ex Yugoslavia, deberían valorar sobre el terreno, a la hora citada, el grado de cumplimiento del ultimátum, y pasar esta información al japonés Yasushi Akashi, representante personal del secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali. La decisión política sobre si era o no procedente lanzar un ataque correspondía a la ONU, pero tenía que ser ordenada finalmente desde Nápoles por el almirante Michael Boorda, jefe del mando sur de la OTAN.

Aunque la tónica general era anoche la del optimismo, fuentes occidentales recalcaban que este proceso de control seguía siendo válido y que la amenaza de la Alianza permanecería vigente mientras la ONU no habría podido comprobar detalladamente que el conjunto de las armas serbias sometidas al ultimátum había cumplido con los requisitos de los aliados.

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