El déficit comercial de EE UU con Japón alcanzó en 1993 la barrera histórica de 60.000 millones de dólares
El drástico incremento del déficit comercial norteamericano en 1993 (un 37%) y, especialmente, el desequilibrio con Japón (que alcanza ya los 60.000 millones de dólares), supone un freno para el presidente Bill Clinton en su intento de abrir los mercados extranjeros y aumenta el peligro de que se desate la guerra comercial con los japoneses. El Departamento de Comercio norteamericano anunció ayer que el déficit comercial de este país con el resto del mundo fue el año pasado de 115.800 millones de dólares (16,79 billones de pesetas), lo que supone una tercera parte más que el registrado en 1992 y prácticamente el doble que el de 1991. Sólo Japón representa el 51% de este desequilibrio.
Pese a que el déficit se redujo apreciablemente en el mes de diciembre pasado, el volumen global del año es el más alto desde 1988. La peor noticia de cara al conflicto que Estados Unidos mantiene con Japón es que los últimos datos demuestran que este país representa por sí solo más de la mitad de todo el déficit exterior norteamericano, llegando a la fabulosa cifra de los 59.300 millones de dólares, 3.000 millones más que el más alto superávit alcanzado hasta ahora por los japoneses, que fue de 56.300 millones de dólares en 1987.Coincidiendo con el anuncio de estas cifras, que dan poderosos argumentos al Gobierno norteamericano para su guerra particular con Tokio, el presidente Bill Clinton anuncié que va a explorar "distintos caminos" para abrir el mercado nipón a los productos estadounidenses.
En una entrevista concedida a una emisora de radio, Clinton volvió ayer a advertir a Japón que tiene que adaptar su política comercial a su condición de potencia económica: "Japón no puede seguir comportandose comercialmente como un país pobre". Y, sin mencionar la palabra sanciones, advirtió que Washington será "más duro" de lo que ha sido hasta en sus relaciones con Tokio.
El presidente norteamericano opinó que en este momento se está produciendo en Japón "una fuerte lucha" entre los que quieren mantener las reglas que han existido hasta ahora y los políticos más jóvenes y reformistas. "La mejor manera en que podermos ayudar a los reformistas", dijo, "es ser más duros de lo que hemos sido en el pasado y tratar de abrir sus mercados".
Bill Clinton, que se ha dado más de un mes de plazo para hacer efectivas sanciones contra Japón, está considerando la posibilidad de apelar a la ley 301 y amenazar con una cadena de represalias comerciales sobre algunos productos japoneses específicos que estén presentes en el mercado norteamericano. Para evitar esas medidas drásticas, Washignton pide al Gobierno nipón la aceptación de cantidades númericas precisas de importación de bienes y servicios estadounidenses.
Los expertos comentaron ayer que la coincidencia del crecimiento de la economía norteamericana en 1993 con la recesión en los mercados de Europa y Japón ha agravado peligrosamente problema del déficit en Estados Unidos.
Al mismo tiempo que la demanda interna norteamericana crece, todos los mercados fundamentales para los productos norteamericanos se resienten de la crisis economica. Con Europa, EE UU ha pasado de tener un superávit de más de 6.000 millones de dólares a un déficit de casi 2.000 millones. Con Canadá, el déficit creció en más de 2.000 millones de dólares para superar los 10.000 millones en el año 1993. Con China, el desequilibrio comercial en contra de Estados Unidos es ya de casi 23.000 millones de dólares, casi 5000 millones más que en 1992.
Los responsables económicos norteamericanos confían en que la firma el año pasado de la Ronda Uruguay y del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (TLC), así como el impulso dado a la organización de países de la cuenca del Pacífico APEC, contribuyan este año a reducir el déficit, pero los especialistas advierten que los resultados de esas iniciativas tardarán más tiempo en cristalizar.
Por otra parte, el departamento de Trabajo informó ayer que el índice de precios al por menor se mantuvo estable en enero pasado en Estados Unidos, por primera vez desde hace cuatro años.
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