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Los alumnos logran que la biblioteca de Alcalá abra de madrugada para preparar exámenes

La biblioteca de la Facultad de Derecho de Alcalá de Henares abre en febrero, mayo y, septiembre hasta las dos de la madrugada y de diez de la mañana a siete de la tarde los fines de semana para facilitar el repaso de última hora en época de exámenes. A pesar de la medida, puesta en marcha gracias a un acuerdo entre los delegados estudiantiles y el rectorado, las 230 plazas son insuficientes, lo que produce una verdadera lucha entre universitarios de Madrid y Alcalá. Ante las protestas de los alumnos, la Universidad ha decidido dejar entrar sólo a los alumnos matriculados en Alcalá.

Es la una de la madrugada y Mateo Leal, un estudiante de cuarto de Económicas, hinca los codos delante de unos apuntes en uno de los 230 puestos de lectura de la biblioteca de Derecho de Alcalá de Henares. Los 70 alumnos que a esa hora ocupan la biblioteca de Derecho no tienen clase por la mañana y por eso apuran hasta última hora. "Depende del examen. Si es sólo de memorizar, incluso me quedo un rato en casa después; pero si es de razonar, me voy antes para dormir más y estar lúcido", puntualiza Mateo, que tiene unos tapones para los oídos sobre la mesa porque necesita un silencio total para concentrarse. "Por la noche es estupendo, hay menos gente y no hay murmullos, ni siquiera necesito los tapones", explica este estudiante, que es además miembro de la delegación de Económicas y estima que sería necesario abrir otra sala los fines de semana. "El sábado pasado hubo aquí una auténtica batalla por entrar", cuenta.En los meses normales hay tres bibliotecas nocturnas: Económicas, Medicina y Derecho, que cierran a medianoche. A partir de las nueve, son dos guardas jurados los que vigilan el edificio y una persona contratada controla la sala. No pueden pedirse libros. Este servicio extra cuesta a la universidad 8,5 millones de pesetas por curso.

Carlos Miranda, cuarto de Químicas, está seguramente en la biblioteca durante los tres controles diarios que en esta franja especial de nueve a dos de la madrugada realiza la gerencia para conocer los índices de ocupación y valorar si el curso que viene sería necesario establecer otra biblioteca de guardia. Carlos viene todos los días a las nueve y media y se queda hasta las dos, prefiere estudiar de noche porque le rinde más y viene a Derecho porque en su casa le resulta imposible concentrarse. "Aquí el ambiente huele a estudio. ¡Es magnífico! Gracias a que abrieron en verano aprobé dos asignaturas en septiembre", asegura, y lanza su petición: "Me gustaría que los fines de semana cerrasen más tarde".

Los sábados y domingos el que quiera coger sitio en Derecho tiene que madrugar. Desde las nueve de la mañana hay cola. La biblioteca se llena y hay que abrir aulas y habilitarlas como salas de estudio.

Ante la avalancha y las protestas de los propios alumnos de Derecho, la universidad ha decidido dejar entrar sólo a los estudiantes matriculados en Alcalá. El guarda jurado pide, los carnés a la entrada. A María y Luis, nombres supuestos porque no quisieron dar los suyos, estudiantes de tercero de Psicología en la Complutense y tercero de teleco en la Politécnica, les parece una pasada que no les dejen entrar. Ellos viven en Alcalá y aseguran que no pueden perder casi cuatro horas diarias en ir y volver a sus facultades, ahora que no tienen clases.

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