España quiere aprovechar la ampliación de la Unión Europea para aumentar los fondos de cohesión

España quiere que la aportación neta que supondrá para las arcas de la Unión Europea (UE) el ingreso de Austria, Suecia, Noruega y Finlandia se destine a reforzar los fondos de cohesión. España ha presentado ya este proyecto ante el Comité de Representantes Permanentes (Coreper), el organismo sobre el que recae la gestión del día a día de las representaciones de los Doce en Bruselas. El ministro de Economía, Pedro Solbes, no quiso ayer ni desmentir ni confirmar estas informaciones, aunque remitió al Ministerio de Asuntos Exteriores para mayores explicaciones.

Los indicios de que España maneja ese proyecto y de que esta idea supone uno de los mayores obstáculos para cerrar los acuerdos de adhesión de los cuatro países candidatos fueron adelantados en su edición de ayer por el diario británico Finantial Times, quien afirma que la propuesta española ha causado gran malestar en algunos socios comunitarios. "Los españoles se están comportando como bandidos", llega a escribir Finantial Times citando fuentes diplomáticas que no identifica.La propuesta española fue presentada la semana pasada en el Coreper, según han confirmado fuentes de la representación española en Bruselas. "Eso hay que preguntárselo a Asuntos Exteriores; yo no he hecho ninguna propuesta como esa", afirmó Solbes ayer la capital belga, donde asiste al Consejo de Ministros de Economía y Hacienda de la Unión Europea (Ecofin). Fuentes de Economía manifestaron que Solbes trataba así de no interferirse en las negociaciones que lleva Exteriores.

Reparto entre cuatro

En síntesis, España propone que la aportación neta que recibirá la Unión Europea por la ampliación se reparta entre los cuatro países de los fondos de cohesión: España, Irlanda, Portugal y Grecia. Con su entrada en la Unión, Austria, Suecia, Noruega y Finlandia aportarán un saldo neto de entre 2.000 y 4.000 millones de ecus (entre 300.000 y 600.000 millones de pesetas) en favor de los fondos comunitarios. La laxitud de esta cifra depende de cómo acaben de negociarse los tratados de adhesión. Precisamente España no está de acuerdo tampoco con algunas de las pretensiones de los países de la adhesión en materia de ayudas regionales o de política agraria, hasta el punto de que, según las cifras españolas, si se aceptaran sus peticiones estos países no serían contribuyentes netos a las arcas comunitarias a pesar de estar muy por encima de las estadísticas medias de riqueza y renta por habitante.

España sostiene políticamente su propuesta con el argumento de que la entrada de estos cuatro países en la Unión Europea corre el peligro de romper los actuales equilibrios Norte-Sur en favor de los países norteños. Esta ruptura coincidiría en el tiempo con la tendencia detectada en los últimos meses entre los Doce y en la Comisión Europea de prestar más atención al desarrollo de la Europa del Este que a ocuparse del desarrollo de la frontera sur de la Unión, en un momento en que el integrismo político y religioso se ha adueñado de Argelia, está en vías de explotar en Egipto y puede extenderse al resto del Magreb.

Las posiciones españolas ante las negociaciones de ampliación están provocando roces con los países candidatos. El ministro Solbes aprovechó el almuerzo para explicar con detalle estos criterios a sus colegas comunitarios. En concreto, Solbes les explicó que España "no se opone" a la ampliación, aunque entiende que ésta alteraría el fondo de algunos de los acuerdos tomados en su día, pensados en una Unión a doce, y no en una Unión a dieciséis. Es, por ejemplo, el caso de los criterios acordados en Maastricht para decidir si se da la masa crítica suficiente para poner en marcha la tercera fase de la Unión Monetaria el 1 de enero de 1997. España sostiene que estos criterios sólo han de incluir las economías de los Doce, porque podrían ser distintos si se hubieran pensado para una Unión con más miembros.