Le Pen, reelegido líder del ultra Frente Nacional en el "congreso del cambio"
Dos actos políticos de significado opuesto acabaron ayer en París. Por un lado la izquierda celebró su Asamblea de la Transformación Social, primera reunión del conjunto de fuerzas de progreso desde las traumáticas elecciones legislativas celebradas en marzo de 1993, que pretende iniciar un proceso para acudir a las elecciones presidenciales, dentro de un año, en tomo a un nuevo programa común. Por otro lado, se cerró el IX Congreso del ultraderechista Frente Nacional (FN) con la reelección sin sorpresa de Jean-Marie Le Pen como presidente del partido y candidato a la jefatura del Estado de la República francesa.
La extrema derecha del FN, para confirmar su peculiar manera de ver las cosas, culminó su congreso en favor de la "renovación y el cambio" con la reelección de Jean-Marie Le Pen, que lleva ya 22 años años al frente de su partido.En el interior. del FN se han dibujado claramente dos facciones: la encabezada por el número dos, Bruno Mégret, que busca sacar al Frente Nacional francés de su aislamiento y aproximarlo a los mismos italianos; y la liderada por el diputado europeo Bruno Gollnisch, un reaccionario que reivindica la figura del mariscal Petain y sostiene las tesis revisionistas de quienes niegan la existencia de las cámaras de gas y de una voluntad genocida en el nazismo. Le Pen aplaude a ambos y sigue mandando.
En en el otro polo, la asamblea de las autodenominadas fuerzas de progreso sirvió para comprobar las diferencias y suspicacias entre los distintos grupos y partidos. La ecologista Dominique Voynet inventarió los errores de los Gobiernos socialistas: atentado contra el barco verde Rainbow Warrior, participación en la Guerra del Golfo, ratificación del tratado de Maastricht y, sobre todo, prepotencia liberal simbolizada por el llamado gang del Renault 25, en referencia a la proliferación de gastos suntuarios en todos los ámbitos de la Administración.
Robert Hue, el nuevo secretario nacional del Partido Comunista (PCF) advirtió que "Francia verá muy pronto el nacimiento de un nuevo movimiento social" ya que Ias cosas no van bien". Los socialistas se mostraron autocríticos y humildes, admitiendo que Ias instituciones sufren de una cierta desviación monárquica", un comentario contra el enquistamiento en el poder que padece el presidente François Mitterrand.
Dos tendencias
En conjunto se dibujaron dos tendencias claras en la izquierda francesa: la que reclama una convergencia de "todos aquellos que quieren luchar contra la destrucción que está fomentando el capitalismo" y la de los que, en nombre del pluralismo, prefieren mantener las actuales estructuras partidarias.
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