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El saltimbanqui de Los Ángeles aterriza y se desnuda sobre el tejado del palacio de la reina de Inglaterra

Enric González

El palacio de Buckingham ejerce una extraña fascinación sobre los chiflados. Para James Miller, que hasta ahora se había especializado en abalanzarse con un parapente sobre acontecimientos deportivos, la tentación debió de ser irresistible. El joven saltimbanqui norteamericano, de 30 anos, ingresó ayer en el registro de escenas grotescas de los anales de Buckingham, al saltar sobre el tejado de palacio y correr sobre él, desnudo y pintado de verde, durante unos minutos. Luego fue detenido por la policía.Miller se dio a conocer el pasado 6 de noviembre, en Las Vegas, cuando irrumpió en un combate por el título mundial de los pesos pesados. Evander Hollyfield y Riddick Bowe estaban macerándose los rostros cuando, en el sexto asalto, un energúmeno colgado de un parapente se precipitó sobre el cuadrilátero. Fue detenido, multado, procesado, y puesto en libertad bajo fianza. Poco después, repitió la proeza durante un partido de fútbol americano. Luego, decidió probar fortuna, al otro lado del Atlántico. El pasado fin de semana, los espectadores de un partido de fútbol entre el Bolton y el Arsenal, le vieron cruzar los cielos sobre el estadio. Ayer por la mañana, James Miller logró su consagración británica. Algunos londinenses le vieron volar desde la City hacia el oeste de la ciudad, semidesnudo, a bordo de su querido parapente. El vuelo concluyó sobre el palacio de Buckingham. Los turistas del día se vieron compensados por la ausencia de la reina Isabel II, de fin de semana en Sandringham, con la muy poco habitual visión, de un energúmeno que, mientras caía sobre el edificio, insultaba a gritos a la policía. Su exhibición concluyó en minutos, cuando la policía de Buckingham alcanzó el tejado y le ciñó las esposas.

La reina fue informada del asunto, sin que sus portavoces hicieran comentarios. El ministro del Interior, Michael Howard, afirmó que el sistema de seguridad de palacio funcionó "a la perfección". Los sustos en Buckingham forman parte de la dieta cotidiana para los ministros del Interior británico, y su reacción siempre es igual: todo va bien. Lo mismo cuando un parado se cuela en el dormitorio de la reina, con la soberana en cama, para pedirle un cigarrillo y charlar durante un buen rato (hace cuatro años), que cuando un grupo de mujeres salta la tapia y se manifiesta por los jardines (el año pasado). Según la oposición laborista, el incidente de ayer demostró que el palacio de Buckingham. y sus inquilinos son "claramente vulnerables".

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