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Tres granadas serbias matan a nueve personas que esperaban ayuda humanitaria en Sarajevo

Una nueva matanza volvió a sembrar ayer de cadáveres las calles de Sarajevo. Al menos nueve personas murieron en el barrio de Dobrinja, el más castigado de la capital bosnia, cuando tres proyectiles serbios, según confirmó la ONU, hicieron blanco sobre una cola de gente que esperaba, en un día soleado, recibir ayuda humanitaria. Entre las víctimas mortales, tres eran niños. Otras 26 personas resultaron heridas. La víspera, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas advirtió a Croacia con sanciones internacionales si no retiraba sus tropas regulares de los campos de batalla del sur de Bosnia.

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Un saco de harina destripado, charcos de sangre, una dentadura, manchas de quemaduras. Eso era todo lo que ayer por la tarde quedaba cerca de un campo de juegos en Dobrinja, un barrio al oeste de Sarajevo, después del impacto de dos proyectiles, a los que unos segundos después siguió un tercero, procendentes de las posiciones serbias. Dobrinja, una ciudad dormitorio construida hace diez años para alojar a los periodistas que cubrieron los Juegos Olímpicos de Invierno, es hoy la estampa más desoladora de Sarajevo. No hay ni un sólo edificio que no haya sufrido el impacto de las granadas y las ametralladoras.En la calle de los Libertadores de Sarajevo, que corre junto a un campo de juegos, la mañana amaneció tranquila y soleada. A las once de la mañana, la gente se arremolinaba ante un inmueble del Ayuntamiento destinado al reparto de la ayuda humanitaria. Los viernes se dedican al reparto de harina. Ayer, el reparto fue de muerte. El ataque se produjo al tiempo que se intensifican los bombardeos serbios sobre la capital bosnia, el enclave protegido de Tuzla y cuando las tres partes enfrentadas (serbios, croatas y musulmanes) están a punto de volver a sentarse a negociar en Ginebra. Las autoridades civiles y militares de los serbios bosnios se sirvieron de la agencia Tanjug, desde Belgrado, para desmentir su responsabilidad en el ataque contra la cola de la harina en Sarajevo.

El presidente bosnio, Alia Izetbegovic, ya anticipó ayer que no acudirá a la nueva ronda de negociaciones. "Al término de la última ronda de conversaciones, le dije al mediador David Owen que era una pérdida de tiempo continuarlas el 10 de febrero". Izetbegovic, cuyas tropas llevan últimamente la iniciativa en el centro de Bosnia, mostró a las claras su pesimismo: "No va a ocurrir ningún milagro el 10 de febrero, a menos que una nueva iniciativa (propiciada por Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia) aporte algo nuevo".

El presidente bosnio acusó a su homólogo croata, Franjo Tudjman, de ser el responsable del recrudecimiento de la guerra en Bosnia-Herzegovina, y admitió: "Podríamos defendernos por nuestra cuenta si no tuviéramos en nuestra espalda un cuchillo occidental". El cuchillo, para Izetbegovic, es croata.

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Miles de soldados

Pero han sido observadores de Naciones Unidas los que han establecido la presencia de numerosas unidades del Ejército croata combatiendo junto a los croatas bosnios. El Consejo de Seguridad de la ONU advirtió la noche del jueves al viernes a Croacia que debe retirar todas sus tropas de Bosnia antes del próximo 17 de febrero o tendrá que atenerse a sanciones económicas. Los observadores de la ONU han estimado que entre 3.000 y 5.000 soldados croatas están luchando en la guerra de Bosnia.

En una inusual coincidencia, tanto el Vaticano como Alemania hicieron ayer observaciones de distinto grado crítico hacia Croacia por inmiscuirse en la guerra que desgarra Bosnia-Herzegovina. El canciller alemán, Helmut Kohl, uno de los principales valedores de Croacia en el terreno internacional tras la quiebra de Yugoslavia, condenó ayer la participación de tropas regulares croatas en la guerra bosnia, y reprochó duramente al Gobierno de Zagreb que no cumpliera sus compromisos: "Es un escándalo que debemos condenar firmemente".El Papa Juan Pablo II, por su parte, hizo ayer llegar su "súplica" al Gobierno de Franjo Tudjman para que haga "todo lo posible para llegar a un alto el fuego" en Bosnia. El portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, indicó que el Papa aprovechó la audiencia concedida al ministro de Exteriores croata, Mate Granic, para decirle que el cese de los combates "es la condición indispensable sin la cual no se podrá llegar a una regulación estable de toda la zona".

Por otra parte, la Cruz Roja Internacional aseguró ayer, a través de su portavoz en Sarajevo, Kris Janowski, que en la región bosnia de Banja Luka, ocupada por las fuerzas radicales serbias, la minoría musulmana sufría todo tipo de persecuciones, incluidas violaciones y asesinatos.

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