El prestigio de la academia naval norteamericana queda en entredicho por corrupción
La emblemática academia naval norteamericana de Annapolis (Maryland) vive sobrecogida por su propio fracaso, que ha convertido en una irónica burla el sagrado código de honor que llenaba la boca de los estudiantes: "Los guardiamarinas ni mienten, ni engañan, ni roban". Ahora ha trascendido no sólo que 133 de ellos copiaron en un duro examen de ingeniería eléctrica, sino que la investigación sobre el caso estuvo plagada de favoritismos y que hasta las sanciones recomendadas fueron burladas por Ia dirección del centro.El informe hecho público la semana pasada describe el más grave escándalo de corrupción habido en los 149 años de historia de la escuela. Nadie, del último mono al máximo jefe, ha salido indemne de lo que es una crónica de mentiras y ocultaciones.
La academia, de la que salieron el presidente Jimmy Carter y otras importantes figuras norteamericanas, es también ahora el centro en el que 133 guardiamarinas copiaron en un examen, luego mintieron y más tarde trataron de ocultar su participación en los hechos. El informe señala que altos responsables del centro investigaron sin rigor y dieron la clara impresión de favorecer a los jugadores del equipo de fútbol americano que copiaron.
Tras la publicación del informe, los padres inundaron la academia con llamadas telefónicas para saber si se iba a expulsar a sus hijos. El director, contraalmirante Thomas Lynch, responsable del fiasco, según el informe, no quiere hacer declaraciones y los guardiamarinas, que tienen estrictas órdenes de no hablar con la prensa, sólo son capaces de manifestar que todo el asunto les ha dejado emocionalmente agotados. "Esto parece un funeral", dice un profesor que ha dado clase durante más de una década en Annapolis. Según se filtraban algunas copias del informe comenzó a señalarse a gente de este cerrado universo. Un buen estudiante y atleta, que no se vió implicado en el incidencia de copiar, criticó a la dirección de la escuela por falta de liderazgo.
El almirante Lynch defendió su actuación y sentenció que "cada guardiamarina es el responsable último de su conducta". "Dijo que le habíamos abandonado, que le habíamos traicionado", comenta un estudiante que termina este curso y que evoca la comparecencia de Lynch ante su promoción para explicar el informe: "Fue deprimente". El informe ponía los pelos de punta, pero llegó como un alivio tras un año de dimes y diretes sobre un montaje para ocultarlo todo.
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