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Nuevo capítulo en la OTAN

La OTAN vuelve a ocupar el centro de la atención. Ya no se ve el titular: "¿Por qué debe existir una OTAN?". Muchos países quieren unirse a nuestra Alianza o, al menos, desarrollar vínculos más estrechos con ella. No tiene nada de sorprendente. Dado que nuestro entorno internacional sigue viéndose sacudido por la inestabilidad y los conflictos, la gente vuelve a valorar las organizaciones que pueden mantener eficazmente su seguridad. Y la OTAN es una de ellas. De hecho, es la única alianza de defensa colectiva que funciona en todo el mundo. Pero éste no es el único aliciente de la OTAN. Después de todo, la Alianza es el principal vínculo de seguridad que conecta los dos centros de poder más importantes de Occidente. Por con siguiente, es el elemento clave de la estabilidad en un mundo inestable. No se puede concebir un nuevo orden de seguridad en Europa sin nuestra Alianza. La OTAN sigue siendo el principal foro en el que Occidente puede formular y coordinar decisiones políticas conjuntas. Bajo su paraguas puede desplegarse el dinamismo de la unificación europea. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, a la misión clásica de la OTAN, la defensa colectiva, se han añadido dos nuevos temas. Uno es el control de crisis y las operaciones de paz. El otro, la proyección de la estabilidad hacia los países de Europa Central y del Este, y hacia los del centro de Asia. Nuestro objetivo es ayudarles a reajustar su política de defensa y asistirles a lo largo de su difícil fase de transición.Ninguna otra organización internacional podría sustituir a la OTAN en estos cometidos. Sólo la OTAN posee un conjunto tan impresionante de instrumentos político-militares para el control de crisis. Sólo la Alianza Atlántica tiene los medios para transformar las declaraciones políticas en actos coherentes. Por consiguiente, es la base sobre la que debe asentarse cualquier nueva estructura de seguridad euroatlántica. La creación del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte y el desarrollo de una nueva estrategia, una nueva actitud de fuerza, y un pilar europeo reforzado demuestran el papel esencial que nuestra Alianza sigue desempeñando en la seguridad de Europa.

La cumbre que acabamos de celebrar en enero ha sido una demostración impresionante de lo que puede conseguirse si se, combinan la voluntad política, la energía y la creatividad de Norteamérica y Europa: lo que hemos hecho es nada menos que abrir otro capítulo en la historia de nuestra Alianza. Profundizando en las conclusiones de las cumbres de Londres en 1990 y de Roma en 1991, los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN han dado a nuestra Alianza los medios y los instrumentos necesarios para poder afrontar los desafíos de la Europa de la posguerra fría.

1. Hemos reafirmado la importancia de las relaciones transatlánticas, así como nuestro apoyo sin reservas a la identidad europea de seguridad y de defensa. La solidaridad transatlántica y la integración europea no son alternativas, y menos aún contradicciones. Europa tiene que adquirir unidad y fuerza para poder hacerse cargo de la parte de responsabilidad y liderazgo que le corresponde en nuestra Alianza. Esto redunda en beneficio tanto de la Alianza como de Norteamérica y Europa. La reforma de la OTAN y la integración europea están interrelacionadas. Una Europa y una Unión Europea Occidental más fuertes, con capacidad de intervención, harán que sea posible repartir más equitativamente las responsabilidades en el seno de la Alianza, sin poner en peligro su papel como principal foro de consultas e instrumento primordial de la seguridad europea.

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2. Hemos optado por llevar a cabo cambios importantes en las estructuras de nuestra Alianza para volverlas más flexibles y para permitir que las ventajas que ofrece se aprovechen más eficazmente en el control de crisis y en las operaciones de paz. En concretó, desarrollaremos un concepto que, si es necesario, permita a las fuerzas de los aliados europeos funcionar bajo el escudo de la Unión Europea Occidental. Sin embargo, unas estructuras más flexibles sólo servirán para lo que queremos si mantenemos un nivel adecuado de fuerzas armadas bien entrenadas y bien equipadas, respaldadas por los recursos adecuados. Cuantos menos medios tengamos a nuestra disposición, menos opciones tendremos.

3. Hemos acordado, en principio, abrir la Alianza a nuevos miembros. Puesto que nuestra seguridad está inseparablemente ligada a la de los demás Estados europeos, la OTAN sigue consagrada a la consolidación de la seguridad y la estabilidad de los Estados democráticos al este de nuestras fronteras. Al lanzar la iniciativa de la Asociación para la Paz, nos hemos embarcado en un proceso que transformará las relaciones entre la OTAN y los Estados que se adhieran a la iniciativa. Este nuevo programa va más allá del diálogo y la cooperación, para intentar forjar una verdadera asociación. Con la velocidad y el alcance que marquen el deseo y la capacidad de cada país, buscaremos vías concretas para la planificación conjunta y las maniobras militares conjuntas, y daremos a estos países la posibilidad de trabajar con las fuerzas de la OTAN en terrenos como el del mantenimiento de la paz y las operaciones humanitarias. Animados por un deseo de cooperación, también fomentaremos la transparencia de los presupuestos de defensa y el control democrático de los ministerios de Defensa. Estas medidas, unidas al derecho de los socios para la paz de consultar con la Alianza siempre que se sientan amenazados, proporcionarán los beneficios tangibles para la seguridad que se derivan de un acercamiento a la OTAN. Celebraremos las primeras maniobras conjuntas con los socios para la paz a finales de este año y rápidamente pasaremos a crear una división para la coordinación de las operaciones de paz cercanas al Cuartel General de las fuerzas aliadas en Europa y a la OTAN.

La Asociación para la Paz no es un sustituto de la integración en la OTAN. Al contrario, aplaudimos la ampliación de la Alianza como parte de un proceso evolutivo que repercutirá en beneficio de la seguridad y la democracia en toda Europa. La Asociación para la Paz contribuirá a preparar a los países interesados para un posible ingreso en la Alianza. Por tanto, poner en práctica esta iniciativa será una de nuestras principales tareas en los próximos meses. Nuestro objetivo primordial sigue siendo construir una nueva arquitectura de seguridad euroatlántica con Rusia, en vez de sin o contra ella. Nadie debería estar aislado. Debemos construir puentes, no barreras.

4. Hemos acordado que la OTAN no sólo debe abordar los retos de seguridad tradicionales, sino también los que emergen de nuevos acontecimientos políticos y tecnológicos. Esto es especialmente cierto con respecto al riesgo cada vez mayor que supone la proliferación de las arma s de destrucción masiva. El poner coto a esa proliferación por medios políticos y diplomáticos sigue siendo nuestra prioridad, pero puede que no sea suficiente. También debemos buscar los medios de protección adecuados. Por esta razón, hemos encomendado a los cuerpos políticos y militares de la Alianza pertinentes la elaboración de un marco político general para explorar la forma en que la OTAN puede contribuir mejor a la consecución de este objetivo.

El trabajo se iniciará sin dilación y, en un plazo de seis meses,, se presentará a los ministros de Asuntos Exteriores un programa de trabajo y una lista de prioridades.

Las importantes iniciativas adoptadas en nuestra última cumbre destacan la constante necesidad de esta Alianza y su vitalidad. La OTAN ha trazado un rumbo que la llevará resueltamente al siglo XXI.

Manfred Wörner es secretario general de la OTAN.

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