El fiasco sin fronteras

Europa debe dar la máxima prioridad a resolver las dificultades que impiden la introducción de los acuerdos de Schengen para abolir los controles fronterizos. No cumplir un plazo es comprensible; no cumplir cuatro parece la clase de mal funcionamiento que ha dado mala prensa a demasiadas cosas relacionadas con la Unión Europea. Los dirigentes de los nueve países de Schengen -todos los Estados de la UE, excepto Dinamarca, Irlanda y Reino Unido- merecen alguna compasión. Acabar con los controles fronterizos y crear un sofisticado banco de datos aceptable para todas las fuerzas de policías nacionales sería una tarea difícil, en el mejor de los casos. Es mucho más difícil cuando el ambiente en la UE es menos integracionista. ( ... )La confusión de Schengen ilustra una profunda debilidad en el modo en que la Unión -o diversos grupos de los Estados miembros- desarrolla e implementa su política. Hay una tendencia a establecer un objetivo, fijar un plazo y sólo entonces preocuparse de cómo -o incluso si es posible- alcanzarlo. Ya hubo un precedente de esta aproximación cuando hubo que dar un nuevo ímpetu a la CE a mediados de los años ochenta. Hoy, con la opinión pública más dudosa sobre la integración, el énfasis debe estar en objetivos posibles con beneficios identificables. ( ... ) La Unión debe aprender la lección de los problemas de Schengen cuando mire hacia su propio futuro.

, 22 de enero