Conflicto en Crimea

LAS ELECCIONES presidenciales celebradas el pasado domingo en la república de Crimea, actualmente perteneciente a Ucrania, se saldaron con una clara victoria para los líderes rusos partidarios de la secesión con el objetivo más o menos explícito de una posterior anexión a. Rusia. El presidente Bragov, favorable. a una mayor autonomía respecto a Kiev pero por métodos gradualistas, quedó en segundo lugar a 20 puntos del vencedor, el nacionalista ruso Meshkov (38,5%), y sólo cuatro por delante del candidato comunista, el también prorruso Grach (13,5%).. Los resultados demuestran que la mayoría de los 2,5 millones de habitantes de Crimea se sienten rusos, no ucranios. No es una sorpresa: según el censo de 1989, el 67% son rusos; además, la mitad de los censados como ucranios hablan ruso como lengua materna.Crimea pertenece a Ucrania por una decisión arbitraria de Jruschov. En 1954, poco después de la muerte de Stalin, regaló ese territorio a Ucrania con motivo del 3000 aniversario de su incorporación al imperio ruso. La cuestión de Crimea nunca había aflorado en el sentimiento nacionalista ucranio. La conquista por Rusia de esta península (cuya población originaria es tártara) data de fines del siglo XVIII, y tiene un lugar mucho más antiguo y arraigado en el nacionalismo ruso que en el nacionalismo ucranio.

Pero en la actualidad, los ucranios consideran Crimea como suya y tienden a ver en las exigencias de autonomía de los rusos de Crimea una maniobra de

Moscú para romper las actuales fronteras de la recién

nacida república de Ucrania. Esa sospecha no es del todo infundada. La intervención desestabilizadora del Gobierno ruso en algunas de las antiguas repúblicas soviéticas ha sido clara. Y aunque oficialmente Moscú reconoce la soberanía de Ucrania, son fuertes las tendencias a considerarla transitoria.

Todo esto crea un escenario sumamente peligroso. No es tan descabellada la hipótesis de una guerra a causa de Crimea. En Sebastopol y otros puertos de Crimea están las bases de la Flota del Mar Negro, en torno a la cual el conflicto entre Moscú y Kiev no se ha apaciguado. Hay, pues, conflictos militares estrechamente ligados al problema civil de las reivindicaciones prorrusas de la población. Tal guerra tendría consecuencias imprevisibles, no ya para esta zona, sino para Europa. Para evitarla, posiblemente sea necesaria alguna fórmula autonomista para esa mayoría cultural rusa. Pero también una clara advertencia a Moscú de que Occidente no aceptará juegos balcánicos de revisión de fronteras por la agitación y la fuerza.