Recuerdo de Concepción Arenal
En el año que acaba de terminar se han cumplido 100 años de la muerte de Concepción Arenal, mujer excepcional, una de las figuras más nobles del humanismo español.El centenario se ha perdido en un vergonzoso silencio. Sólo una voz ha tenido el coraje y la elegancia de romperlo: la de Carmen Díaz Castañón, que, en un texto publicado en el último número de la Revista de Occidente, acierta a condensar la vida y la obra de Concepción Arenal. Gumersindo de Azcárate dijo de ella que "el acicate de cuanto pensó y obró no fue otro que un sentimiento de humanidad siempre en acción, un sentimiento de simpatía para todos los dolores, un sentimiento de compasión para todos los desgraciados".
Mantuvo Concepción Arenal una estrecha amistad con Francisco Giner de los Ríos, con Fernando de Castro, con el citado Azcárate: retrospectivo horizonte onomástico que nos enorgullece, al mismo tiempo que nos llena de tristeza comprobar que siguen ahí, sin resolver, injusticias lacerantes, situaciones de ignominia, carencias bochornosas, contra las que lucharon aquellos espíritus tan nobles.
Estremece pensar que 100 años después continúa la inquietante vigencia, ya entonces secular, de este apasionado y comprometido alegato de Concepción Arenal: "Han pasado más siglos, y todavía se juran y se bendicen las banderas; todavía se llevan ensangrentadas a, los altares y se entona el Tedéum para celebrar la carnicería que dio la victoria, y se llama al Padre celestial ¡el Dios de los ejércitos! Perdonadnos, Señor, que no sabemos lo que decimos".-
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