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Diputados italianos investigados por presunta corrupción maniobran para aplazar las elecciones previstas en primavera

La reiteración de acusaciones de corrupción contra el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, por parte del ex agente secreto Maurizio Broccoletti, ha creado nuevas presiones sobre el calendario de las elecciones generales italianas, previstas inicialmente para la primavera.Dicho calendario se hallaba ya en solfa tras la presentación, por el radical Marco Panella, de una moción de censura contra el Gobierno, que se debatirá el 12. La moción es apoyada por democristianos y socialistas con problemas judiciales, dispuestos a aplazar unos comicios en los que, de no ser reelegidos, les haría perder la inmunidad y aumentar el riesgo de ir a la cárcel.

Esta confluencia de maniobras sobre un mismo objetivo suscitó en la prensa de ayer una extensión de los llamamientos a la disolución inmediata del Parlamento y de las invitaciones al Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi para que facilite este proceso, dimitiendo antes de que se debata la moción del miércoles.

Pero la actividad política, sobre todo en el seno dividido de la derecha ha quedado, entretanto, en suspenso. Mañana domingo, no se realizará, por ejemplo, la gran presentación pública que había sido anunciada en Roma de los clubes Forza Italia del empresario Silvio Berlusconi. Tampoco hay todavía fecha para un gran debate en el que previsiblemente Berlusconi anunciaría su candidatura a diputado.

Fuentes próximas al empresario vuelven incluso a poner en duda que vaya finalmente a descender al terreno político. Mientras, la aventura política del dueño de Telecinco suscita tales divergencias en sus redacciones que el director de uno de sus telediarios pide públicamente la dimisión del veterano Indro Montanelli, director de Il Giornale que Berlusconi hubo de ceder a su hermano por la ley sobre concentración de medios.

Montanelli simpatiza poco con la inclinación hacia la Liga Norte de Berlusconi y apoya el movimiento centrista de Mario Segni. Esta misma alternativa ha llevado al borde de la escisión a la Democracia Cristiana, cuyo secretario, Mino Martinazzoli, próximo también a Segni, declaró esta semana que los neocentristas favorables a una alianza con Berlusconi y la Liga, han dejado de ser democristianos.

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