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Entrevista:JUAN GENOVÉS PINTOR

"Nunca he querido pintar Madrid"

Los primeros colores en su paleta fueron el blanco y el negro; el blanco de las paredes de su barrio valenciano y el negro de los tizones buscados en la carbonería paterna, con los que dibujaba murales que encandilaban el vecindario. De esa infancia bicroma se trajo a Madrid el arte urbano rendido en los pinceles, su amor a los fondos blancos y a los tonos negros y una afición a los espacios al aire libre que le llevó, durante la década de los sesenta y setenta, a dejar su impronta en grandes superficies de los barrios más comprometidos de la ciudad. Después, su paleta se llenó de grises, de ocres, de azules, de dorados reonocimientos, pero sus pinceles jamás han abandonado su inquebrantable militancia con los derechos humanos, los ciudadanos de a pie y la cultura. Cree, como Picasso, que para ser joven tiene que pasar mucho tiempo, por eso Juan Genovés es ahora un inquieto chaval de 63 años que reivindica la duda como arma permanente de trabajo y que prepara una próxima exposición con la galería Marlborough para su cumpleaños, en mayo.Pregunta. En el 76, despachos y salones se empapelaron con el cuadro de la reconciliación, Amnistía; después, en los ochenta, sus lienzos plasmaron ciudades desoladas; ahora, ¿qué habría que pintar para definir esta época?

Respuesta. No lo sé, pero yo no dejo de pintar; ésta es una época bonita para la creación, porque todo está en duda, todo puede ser posible.

P. Entonces busquémosle colores, ¿cuáles tienen los sentimientos que expresa ahora en los lienzos?

R. En estos momentos bastante oscuros respecto a lo que estoy haciendo, bueno, pongamos gris. Estoy preparando mi próxima exposición y estoy hecho un mar de dudas, nadando, pero ahogándome... aunque dudar es algo muy humano.

P. ¿Esta ciudad tiene un color?

R. Con la luz de Madrid me pasa una cosa curiosa, porque a mí me han dicho muchas veces otros pintores americanos o ingleses que la reflejaba muy bien. Yo nunca he querido pintar esta ciudad, sino la ciudad, de verdad que nunca he intentado pintarla.

P. ¿Lleva cuenta de las paredes madrileñas que ha pintado?

R. ¡Muchísimas! En los tiempos de la dictadura teníamos mucha relación con la gente de los barrios; ancianos, mujeres mayores, niños adolescentes, todos buscábamos cartones, papeles de periódico y pintura barata y nos poníamos a pintar el suelo o las paredes. Quizá algunos de aquellos vecinos todavía sigan pintando, porque en vez de cajitas brillantes con colorcitos, tubitos y pincelitos descubrieron las grandes superficies; poder pintar en sitios que no valen nada.

P. Usted es miembro de la junta directiva del Círculo de Bellas Artes, donde ha puesto en marcha talleres de pintura, de escultura...

R. Soy un firme defensor de los talleres. Los conozco bien, aunque como miembro de la junta no puedo dar clases; es un intercambio fabuloso entre gente joven con ideas frescas y gente con experiencia.

P. ¿Cómo ve los nuevos valores en la pintura?

R. Afortunadamente, estamos en unos años en que parece que la escultura o la arquitectura marcan el momento actual de la plástica; la pintura ha perdido un poco el peso que tenía en los ochenta, y digo afortunadamente porque en esa explosión, cuando a chavales de 20 les compraban de repente toda su producción, lo encumbraban y después lo tiraban como un kleenex, todo valía. Ahora, la gente joven puede madurar lo que está haciendo.

P. ¿Se queda con un solo pintor?

R. Me quedo con cuadros, no soy pintor que admire a personas, creo que incluso los mejores no tienen más de 15 cuadros buenos. Hasta Goya o Velázquez tienen cuadros malos...

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