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Tribuna
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Feliz Navidad

No tengo el gusto de conocer la empresa que se dedica a la asesoría de imagen de la Navidad, pero su trabajo es absolutamente impecable. Frente! a otras efemérides de mayor o menor condición, la Navidad emerge año tras año con su cara de niña buena, dispuesta a alegramos incondicionalmente la existencia. Ni siquiera el verano, demasiado lúdico, es capaz de desbancar a la Navidad de lo más alto del pedestal de fiestas modélicas, solidarias, entrañables.A la Navidad no la para un IPC al alza, más de tres millones de parados, interminables guerras, discusiones políticas de diverso rango, algún que otro ministro dimisionario o una huelga general en el horizonte. Si te lo crees, todo eso pasa a la retaguardia del cerebro durante unos días, y el espíritu navideño, representado puntualmente por la fachada del Corte Inglés, llama a la puerta de ricos y pobres, currantes y parados, policías y ladrones, guapos y feos, chorizos y chorizados.

Conozco a gente que no le gusta la Navidad, y no lo entiendo. Me cuesta comprender cómo pueden ser insensibles a la publicitaria vuelta a casa del soldado, donde le espera la familia reunida. Me consumo en tan interminables como inútiles discusiones, en las que despliego toda una airtillería de fundadas razones que apoyan la tesis de que en Navidad todo es diferente, tirando a mejor. No hay forma. Con una mezcla de fiereza y mesiánica convicción (muy acorde con las fechas), contraatacan hablándome de comercialización sin escrúpulos, explotación de los sentimientos, vomitiva falsedad e hipocresía elevada al cubo. Tampoco ellos me convencen. O sea, como en todas las discusiones.

Horas después, el escuadrón anti-Navidad abandona mi casa nervioso ante la certeza de que:, por mucho que deseen lo contrario, la Navidad, su gran bestia negra, va a llegar otra vez. Mientras me compadezco de ellos, pongo la tele y me sumerjo entre preciosos árboles magníficamente decorados, dulces y armoniosos hogares con chimeneas que funcionan mejor que en las serie, estilo Dinastia, sonrisas de extrema e inconfundible felicidad y juguetes, muchos juguetes, infinitos juguetes. Antes de irme a la cama, repaso las felicitaciones que he recibido tanto de amigos como de enemigos (ventajas de estar en el mailing). Supongo que por eso soy feliz en Navidad., Aunque el hecho de que tengo: vacaciones, me den una paga extra y pueda irme a esquiar unos días también tendrá algo que: ver. Y es que, por mucho que lo, intente, uno no está totalmente libre de las tentaciones terrenales. Incluso en Navidad.

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