Destrucción en el Ateneo
Hace unos días, EL PAÍS publicó un pormenorizado, amplio y estremecedor informe acerca de la destrucción y deterioro de libros de la biblioteca del Ateneo de Madrid, una de las seis o siete más importantes de cuantas hay en España y quizá la primera o la segunda por la riqueza de sus fondos del siglo XIX, tanto en libros como en colecciones de publicaciones periódicas. En nombre de cientos de socios del Ateneo, les felicito porque por fin alguien ha puesto públicamente el dedo en la llaga.He dejado pasar unos días para ver cuál era la reacción de la junta de gobierno del Ateneo de Madrid ante un hecho tan grave como éste, pues lo que se está perdiendo, deteriorando, destruyendo, no sólo es el patrimonio bibliográfico de España. Lo menos que se podía esperar, ante el evidente fracaso de su gestión, era la dimisión conjunta y en bloque de todos los miembros de la junta de gobierno, por un mínimo sentido de la coherencia y de la ética. No lo han hecho y no lo harán, claro.
La actual junta de gobierno es la única y directa responsable de la destrucción de libros, por no haber tomado unas elementalísimas medidas de protección para evitar que sucediera lo que está ocurriendo, de lo que informó EL PAÍS: cientos de libros valiosísimos y únicos, irrecuperables, desaparecidos para siempre. La junta autorizó unas obras y no quiso enterarse del peligro mortal que corrían los libros a consecuencia de esas obras. Hace 60 años, los nazis quemaban los libros. La junta de gobierno del Ateneo de Madrid no los quema, deja que se pudran y encima tiene el cinismo de decir que no hay dinero para salvar los libros, cuando es ella, únicamente, la que administra los fondos. Si la biblioteca es el más importante patrimonio del Ateneo, lo menos que puede hacer es dedicar todo el capital disponible a salvar ese patrimonio. Como han demostrado que no lo saben ni quieren hacer, al menos que dimitan-
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