El Gobierno huye de la presión nacionalista, según el PP
Las complicaciones que le crea al PSOE la falta de mayoría absoluta y, por tanto, la necesidad de buscar socios, presenta nuevos episodios todas las semanas. Ayer trascendió una declaración de uno de los máximos dirigentes del PP, según el cual miembros del Gobierno han pedido al PP ayuda para zafárse de "la presión de los nacionalistas". Las fuentes oficiales del PP, que pidieron el anonimato para el autor de las declaraciones, aseguran que varios ministros se han dirigido en estos términos al Partido Popular para que les echen una mano y se avengan a firmar acuerdos.Estas mismas declaraciones las conocieron poco después Alfredo Pérez Rubalcaba y Txiki Benegas, que reaccionaon con sorpresa. Ambos quisieron poner sordina a tales informaciones porque acababan e estrechar amistosamente las manos de los dirigentes populares al cerrar el acuerdo sobre el Reglamento del Congreso.
Además, estas cuestiones se consideran perturbadoras para buena marcha de sus relaciones con CIU y la búsqueda de acuerdos con el PNV. Hasta ahora, el Gobierno ha respirado con cierto sosiego al tener el apoyo de los nacionalistas catalanes para sacar adelante los presupuestos, y que también resulta imprescindible para la forma laboral. Pérez Rubalcaba, al conocer estas informaciones, reaccionó pidiendo que, en vez de lanzar esas especies, se digan "nombres", es decir, qué ministros han ido con lamentos a los populares.
Los socialistas y los populares reunidos ayer mostraron su voluntad de llegar a un acuerdo para la utilización de las lenguas de todo el Estado en el Senado y conseguir el acuerdo de CiU. La pasada semana, el PP suspendió las conversaciones obre el impulso democrático al conocer que CiU había presentado una enmienda a la reforma del Senado por la que podrían utilizarse todas las lenguas en situaciones no previstas inicialmente en un pacto que ya consideraban cerrado.
Populares y socialistas aseguran que trabajarán para que gentes del próximo 11 de enero, a en que se votará esta reforma en la Cámara alta, todos pueden satisfechos, incluidos nacionalistas.
El problema está en que CiU o estaba dispuesta a consentir que el PSOE votara no a su enmienda y, como mucho, consentiría que se abstuvieran. Los populares no quieren que los socialistas se abstengan, sino que se opongan, de modo que o se queden solos votando contra la extensión del uso de las lenguas en el Senado.
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