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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todavía no

LOS INDICADORES económicos conocidos esta semana siguen sin dejar lugar al optimismo. La intensidad de la recesión se manifiesta en el aumento del paro, pero contribuye en escasa medida a que la variación de los precios se modere al mismo ritmo. El desempleo registrado en noviembre por el Inem sitúa el total en 2.679.657, un 17,4% de la población activa. La tasa de inflación ha quedado situada en ese mismo mes en un 4,7% en términos interanuales. Ambos desequilibrios siguen siendo más acusados que en nuestros principales socios europeos.Ello obliga a relativizar algunos síntomas esperanzadores que pueden encontrarse en el análisis de datos. El paro registrado, por ejemplo, es el peor desde hace bastantes años, experimentando un aumento superior al 15% sobre el mismo mes del año anterior. Es cierto que el número de colocaciones que registró el Inem aumentó en 46.850 personas sobre noviembre del año anterior, pero esto no permite fundar expectativas razonables de reducción del paro a medio plazo: la crisis ha revelado que en Europa el desempleo no comienza a descender sino a partir de tasas de crecimiento muy elevadas, de más del 3%.

Se trata de uno de los efectos de la menor intensidad del factor trabajo en los procesos productivos de las empresas, pero también de la existencia de mercados de trabajo más rígidos que los de competidores exteriores. El Libro Blanco de Delors incorpora, junto a las propuestas inversoras, un diagnóstico no muy diferente del que cabría hacer en nuestro país y unas propuestas que son en algunos aspectos más radicales que las que pretende aplicar el Gobierno. Es importante a este respecto tener presente que, aun cuando se aplicaran todas las reformas necesarias, su efecto sobre el aumento del empleo no sería inmediato.

La dificil y lenta conciliación entre desempleo y variación de los precios se ha vuelto a poner de manifiesto en noviembre. El aumento del IPC en un 0,2%, aunque algo inferior al esperado, eleva la correspondiente tasa interanual hasta el 4,7%. Lo más relevante y también o más favorable de ese registro es la moderación de los componentes menos volátiles de ese índice. La reducción de la llamada inflación subyacente (excluidos los alimentos frescos y los bienes energéticos) hasta el 5% interanual, desde el 5,3% precedente, muestra una mayor sensibilidad a los perfiles recesivos de la situación. Especialmente destacable es la re ducción en el precio de algunos servicios (turismo, hostelería y esparcimiento, en particular), que han contribuido a que el correspondiente índice sectorial haya caído del 7,2% al 6,8% interanual. La contrapartida ha estado en los alimentos elaborados, que han vuelto a registrar una elevación, situándose en el 4,7% interanual, frente al 4,4% de octubre. Los bienes in dustriales no energéticos, por su parte, siguen ilustrando esa apertura a la competencia exterior y la marcada debilidad de la demanda interna, quedando en el 3,5% interanual.

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En la medida en que, con un paro tan elevado, es difícil imaginar una animación de la demanda interna, es razonable admitir que proseguirá esa gradual reducción de la tasa de inflación, aunque más lentamente de lo que sería aconsejable para que mejoren las expectativas empresariales. La reducción adicional de la inflación española, y en especial la de aquellos sectores más protegidos de la competencia y amparados en regulaciones excesivas, exigirá la aplicación de reformas específicas hace tiempo anunciadas. Con ellas deberían eliminarse los obstáculos que han impedido hasta hoy un recorte más intenso de la inflación, única contrapartida de la intensa recesión que domina a la economía española.

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