_
_
_
_
Reportaje:

Cuchilladas en el asfalto

Los motoristas sortean a diario trampas mortales instaladas en calles y carreteras

Ana Alfageme

Su poderosa moto, más veloz que el más potente de los coches, ha vacilado al pasar sobre la raya blanca que separa la calzada del arcén cuando quería detenerse. "Casi se me va", dice Carlos, enfundándose el traje impermeable bajo uno de los puentes de la M-40. El viento y la lluvia llegan a oleadas. Los cuatro amigos se echan un cigarro antes de seguir viaje... a sus casas, porque la lluvia de octubre no les ha permitido llegar a Marruecos. Carlos, de 30 años, y Luis, de 33, departen con sus mujeres, Cati y Mari. Lo peor de llevar una moto por la ciudad, dicen, es el asfalto gastado y la pintura blanca en los pasos de cebra, que llega a ser, con agua encima, como una placa de hielo para los esquiadores. El tema de la señalización en el asfalto tiene, al parecer, remedio: "En Barcelona se han rascado los bolsillos y la pintura es antideslizante", dice un veterano motorista, "no como aquí"."Aquí, en la carretera, vas esquivando incluso las flechas indicadoras que están pintadas en el asfalto", explica Carlos, que tiene una Suzuki 1100 y vive en Brunete. Ni él ni Luis que es de Móstoles y que conduce una Honda 1000, han tenido nunca un accidente, pero tocan los hierros sobre los que se sientan ahora, los guardarraíles metálicos que forran las autovías, y dicen: "Esto son cuchillas, están pensadas para los coches, pero a nosotros nos destrozan".

Como una cuchilla fue el pretil de la N-1 para los brazos del ex campeón motociclista Andrés Pérez Rubio hace una semana. El hombre debió salir disparado de su moto y cayó sobre el guardarraíl, los antebrazos por un lado y él por otro. Los cirujanos debieroneparar lo que el pretil destroó, pero las manos del piloto unca volverán a tener la misna sensibilidad ni serán tan deicadas en sus movimientos.

'Tos pretiles parten a losmotoristas en dos", comenta uno de los médicos de¡ servicio de atención urgente del Ayuntamiento (SAMUR), "si alguno tiene la desgracia de caerse encima". Sus ambulancias patrullan la ciudad día y noche. Por tanto, el doctor sabe de qué habla.

Igual que Antonio, un veterano motorista de la Policía Municipal. Nueve años lleva a los mandos de una máquina y ha visto muchas cosas en la M30, la principal autovía de la ciudad: por ejemplo, una pareja de motoristas extranjeros a quienes degolló el guardarraíl. Todavía recuerda su equipaje esparcido por el asfalto.

"Estas protecciones son buenas sólo para los coches", dice Antonio, de 35 años, quien sufre como motorista una ciudad donde a los que van sobre dos ruedas no se les tiene respeto. "Consideran al motorista un ser inferior". Otros aficionados a la moto comparten la visión del agente.Niebla y grasa

En el Ministerio de Obras Públicas tienen otra visión de estos peligros: el guardarraíl es un modelo homologado, aseguran, instalado en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. "Está pensado para los golpes que reciben de los automóviles, absorbe mucha energía", dice un portavoz, "lo que no se entiende es cómo, si está curvado en su borde, puede cortar, en el caso del motorista [por el ex campeón accidentado que sufrió la amputación de las dos manos] es que debía ir muy deprisa". Los motoristas no están de acuerdo: basta caer sobre el guardarraíl para que corte. El policía suma aún más peligros: días como éstos en que la niebla pega humedad al asfalto grasiento y convierte en más deslizante el pavimento y la pintura de los pasos de cebra. Por tanto, no basta ponerse un casco y ser prudente cuando se va encima de una moto. Las trampas acechan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_