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Berlusconi anunciará en enero su candidatura para las elecciones italianas

La noticia es tan oficiosa que incluso los medios de comunicación del interesado la comentan como segura. En enero, el empresario Silvio Berlusconi anunciará su candidatura para las próximas elecciones generales que se celebrarán en Italia durante la segunda quincena de marzo. El presidente de Fininvest y del club de fútbol Milan no tiene más apoyo cierto que el de la Liga Norte para su proyecto de unir las fuerzas hoy dispersas de la derechas italiana. Pero tiene la seguridad de que sus revistas, emisoras y el planteamiento de la política como una hinchada deportiva pueden hacer maravillas.

Los tres primeros meses de 1994 serán meses febriles tanto para Berlusconi como para el resto de los líderes que pretenden competir en unos comicios decisivos para trazar el mapa político de la naciente II República italiana. La vía de las elecciones quedó abierta el sábado al dar el visto bueno el Gobierno a las últimas normas que dividen el país en tantos distritos electorales como parlamentarios serán elegidos -ya que el nuevo sistema uninominal mayoritario así lo exige mientras la Cámara de Diputados aprobaba los presupuestos para 1994, pendientes ya sólo del voto que el Senado formulará esta misma semana. Mañana mismo podría decidirse si los comicios se convocan para el 20 o el 27 de marzo, fechas que parecen más probables.También el sábado, sin renunciar a visitar a los jugadores del Milan concentrados para la jornada dominical de liga, Berlusconi dio primacía a su nueva faceta de político y se entrevistó con Mino Martinazzoli, el secretario de la Democracia Cristiana (DC). La entrevista concluyó en desacuerdo, porque Martinazzoli no acepta el diálogo con la Liga Norte y el presidente de Fininvest ha optado ya por esa alianza, que, a su vez, es incompatible con el Movimiento Social Italiano (MSI), centrado en la unidad e identidad nacional mientras que la Liga es federalista.

El panorama no parece, pues, muy favorable para cerrar unas alianzas en la derecha que, como el propio Berlusconi ha dicho, con el nuevo sistema electoral que premia a un sólo candidato por distrito, tienen que hacerse antes de las elecciones. Si la derecha fragmentada perdiera los comicios, no tendría diputados que aliar para hacer valer su voz en la próxima legislatura.

El punto fuerte de Berlusconi es que, como ocurre en el mundo sajón, con el nuevo sistema electoral, la personalidad de los candidatos tenderá a ser más importante que las siglas de los partidos y que las ideologías. Es ahí donde adquieren toda su relevancia las redes de televisión de Fininvest que, pese a las críticas y polémicas internas sobre el aterrizaje de su presidente en política, difunden desde hace semanas opiniones tan unánimemente positivas hacia Berlusconi como para hacer olvidar que éste fue el gran aliado del ex líder socialista Bettino Craxi, el político hoy más impopular del viejo sistema.

Una prueba de televisión es el requisito final que han tenido que superar los 120 candidatos a diputados y senadores ya seleccionados por Berlusconi a través de los clubes Forza Italia. Anticomunismo probado y éxito profesional previo en la zona por la que vayan a concurrir son las condiciones básicas para ser admitido a la prueba.

Además, está todo el aparato de publicidad que Berlusconi ya tiene como empresario de la comunicación. Su concesionaria, Publitalia, ha jugado un papel fundamental en el diseño y distribución de las camisetas, relojes, banderines con los colores de la bandera nacional y otros artículos electorales que ayudarán a difundir el lema Forza Italia, el mismo con el que se anima a la selección nacional de fútbol. También quiere Berlusconi que sus candidatos sean llamados azzurri (los azules), como los jugadores de la selección italiana.

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En esta experiencia sin precedentes, Berlusconi se juega su futuro de empresario ya que es seguro que un nuevo Parlamento que le fuera hostil pondría punto final al monopolio de hecho que mantiene sobre la televisión privada italiana. A fin de cuentas, tal predominio no existe ningún otro país de Europa.

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