Lorin Maazel para consumo

Los ciclos de Ibermúsica no se detienen y pasan por encima de fiestas y puentes. Ayer apareció en el estrado del Auditorio, con puntualidad germana, la Orquesta Filarmonía de Londres, dirigida por Lorin Maazel y dos sinfonías de Beethoven dispuestas para el uso y disfrute; esto es, para el consumo.Maazel, desde su primera juventud, apareció como un superdotado; es capaz de hacer arte, aunque en distinta medida según la circunstancia o disponibilidad de los ensayos. No creo que para la primera y tercera sinfonías interpretadas el tiempo de ensayo haya sido el idóneo, ni siquiera el mínimo necesario. Pero los filarmónicos son instrumentistas de cinco estrellas y Maazel posee un talento sorprendente y una comunicación gestual que puede hacer milagros.

En la apacible Sinfonía en do mayor, el discurso musical, típicamente clásico vienés, fluyó con naturalidad, ágil y sencillo. Mas en la Sinfonía heroica se hace presente lo patético en Beethoven y, a la vez, el asombroso equilibrio entre sonido y silencio musical que tan agudamente, detectó y comentó hace años don Manuel García Morente. Quizá en la idea de su autor, la Sinfonía en mi bemol no comportaba la densa carga expresiva que le otorgan las ya tradicionales duplicaciones de ciertos instrumentos.

Como toda música verdaderamente importante, la heroica admite versiones trascendentes en su planteamiento y en su solución y otras más epidérmicas. Abundan éstas sobre aquéllas. Surge entonces lo que llamamos versión de consumo, y esto tuvimos ahora: excelentísimas interpretaciones de consumo gracias a formidables lecturas en manos de una estupenda orquesta guiada por un conductor tan fuera de serie, seguro, dominador y fino de oído como es Lorin Maazel. Las ovaciones fueron entusiastas y muy prolongadas.