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Reportaje:

La locomotora malaisia

Racismo y prosperidad se dan la mano en uno de los jovenes tigres asiáticos

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALMalaisia, colonia británica hasta 1957 y uno de los llamados jóvenes tigres asiáticos, prospera aceleradamente con una economía fundamentada en el comercio exterior y un sistema de discriminación racial que aceptan sus principales víctimas, chinos e indios, porque la mayoría malaya en el Gobierno lo impuso por fuerza y porque el crecimiento económico beneficia a casi todos.

"Mientras haya tarta para repartir, este sistema funcionará", agregan residentes europeos en esta monarquía federal de 18 millones de habitantes, abundante en petróleo, gas, bosques, lluvias y sultanes despreciables. Su primer ministro, Mohamed Mahathir, en el poder desde 1981, asegura que la industrialización del país, que crece a un ritmo anual de más de ocho puntos, se completará en el año 2020.

Derrick, 50 años, indio, tendero en un siniestro e insalubre suburbio de Kuala Lumpur, explica algunas de las originalidades anunciadas como exportables: "Si una casa sale a la venta por 80.000 dólares (unos cuatro millones de pesetas), los indios y los chinos tendremos que pagar los 80.000 dólares; los malaisios, 10.000 menos".

Derrick interrumpe la conversación para no perder detalle de una escena especialmente sangrienta en la película de artes marciales que a las diez de la noche siguen cien vecinos en un televisor colocado en medio de una plazoleta. Torres de oficinas y hoteles, avanzadillas más visibles de un progreso comenzado hace 23 años, ocuparán pronto el solar. Concluido el descuartizamiento de un protagonista, Derrick regresa a este mundo: "En las universidades también hay cuotas: El mayor número de plazas para los estudiantes malaisios y el resto para nosotros". Los malaisios o bumiputras (hijos del suelo) y otras comunidades indígenas constituyen el 59% de la población; los chinos, el 33%, y los indios, el 10%. "¿Qué podemos hacer? Claro que nos molesta esta situación, pero somos minoría. Mientras haya trabajo y dinero, a la gente le importa menos".

Nueva Política Económica

Los sucesos de mayo de 1969, fecha en que murieron 250 personas en choques protagonizados por malaisios pobres y chinos ricos, determinaron la necesidad de establecer un sistema capaz de permitir la modernización y pacífica convivencia en este país de religión oficial islámica aunque de credos diferentes. El polémico y eficaz instrumento elegido, cuya vigencia de 20 años ha sido renovada, fue llamado Nueva Política Económica (NPE). La economía fue liberalizada y paralelamente se establecieron políticas discriminatorias en todos los órdenes, en el accionariado de las empresas públicas, en la concesión de contratas oficiales o en la promoción de los jefes militares.Los chinos mantuvieron su poderío económico, pero se favoreció a la mayoría malaisia. De controlar ésta el 2% de la riqueza en 1970, ha jovenes tigres asiáficos pasado a disponer de más del 25%. Fuentes diplomáticas advierten, sin embargo, que Ias mi nonas se preguntan hasta cuán do va a durar un sistema que se estableció como provisional". Todo indica que indefinidamente. Mecanismos de represión y control sobran: La Ley de Seguridad Interna permite rápidos encarcelamientos, la prensa se debe a sus propietarios en la política, y difícilmente un indio o un chino podrá ser primer ministro.

El gubernamental Frente Nacional integra a las minorías, pero responde al partido que se anuncia con cuatro letras iluminadas de tres metros de altura en la azotea de un edificio céntrico de 41 plantas: UMNO (Organización Nacional Malaya Unida). Directa o indirectamente, esta formación convertida en régimen controla más de mil millones de dólares en propiedades y empresas.

La corrupción o complicidad del partido con sus subordinados en el empresariado son tan ciertos como el dato esgrimido por el Gobierno: hace 20 años, la mitad de los habitantes de la península sufría pobreza; actualmente el 17% vive en precario.Yusuf, 45 años, chófer de un hotel de la capital tomado por excursionistas nipones y asistentes a una feria de armamento, subraya la escasa delincuencia y el pujante desarrollo, 3.000 dólares anuales de renta per cápita: "Puede haber algunos abusos, pero todos reconocen que ahora vivimos mejor y sin matamos".

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