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Del Pasuckquakkohowog al soccer

El fútbol busca su futuro en Estados Unidos mientras aumenta el número de practicantes jóvenes

ENVIADO ESPECIALPasuckquakkohowog es la palabra con la que los indios de Massachusetts definían un juego parecido al fútbol cuando aparecieron los primeros colonos hace tres siglos. Los Ángeles Salsa es el nombre de uno de los equipos que participan en la Liga Profesional Americana de Soccer (APSL), una de las tres competiciones que malviven en Estados Unidos, a la espera de la creación de un torneo estable, potente y definitivo en 1995. Entre el Pasuckquakkohowog y el LA Salsa discurre la historia del soccer.

Llega ahora la Copa del Mundo a Estados Unidos en un último intento de la FIFA por asentar una Liga Profesional en el estado que más dinero, publicidad y horas de televisión dedica al deporte. Y lo hace con la convicción de superar la paradoja de ser una nación cuyo número de practicantes jóvenes (16 millones) quintuplica la población total de Uruguay, uno de las naciones futbolísticas con mayor solera.

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"Hay una buena razón para que no nos importe el futuro. Es que somos americanos y odiar el fútbol es más americano que el pastel de manzana de mamá, conducir un descapotable o pasar la tarde del sábado zapeando con el mando a distancia", escribió Tom Weir en el USA Today. Un arrebato de ironía permitiría afirmar que la cima del fútbol en Estados Unidos fue incomparable: se inicia con el fichaje de Pelé en abril de 1975 por 4,5 millones de dólares, continúa con la llegada de Beckenbauer, Cruyff, Best y otros grandes jugadores, y concluye con la anunciada retirada de todos los viejos dinosaurios y la extinción de una competición sin raíces sustentada únicamente por intereses comerciales. Pocos campeonatos pueden vanagloriarse de haber poseído tantos astros. Sin embargo, aquel fue el sueño erimero de un cementerio de elefantes. El fútbol perdió la batalla y pasó a sobrevivir en los sótanos de la competición.

Resultaría fácil hablar de los 80 años de historia de la US Soccer Federation, de esos 16 millones de practicantes, de sus 60.000 árbitros federados, del espectacular avance sufrido por este deporte entre la juventud desde 1987, hasta situarse en el segundo puesto de los más practicados, por detrás del baloncesto. Tampoco costaría comentar el elevado índice de participación femenina (37%), consumado con el triunfo absoluto en el Mundial de China de 1991.

La realidad profesional del soccer es oscura como la noche. Mientras la federación muestra con orgullo la gran implantación infantil y juvenil, la vertiente profesional sueña con el proyecto de 1995, todavía sin nombre, como única salida del laberinto. En estos momentos hay tres Ligas operando en Estados Unidos. La APSI- (American Professional Soccer League), la única reconocida como tal por la federación, se formó en 1990 y la disputan siete equipos entre la primavera y el verano: Colorado Foxes, Fort Lauderdale Strikers, Los Angeles Salsa, Montreal Impact, Tampa Bay Rowdies, Toronto Blizzard y Vancouver 86ers. La NPSL (National Professional Soccer League) nació en 1983, opera en campos cubiertos durante el invierno y posee 13 equipos y dos divisiones. La CISL (Continental Indoor Soccer League) comenzó a trabajar el pasado verano con siete equipos (Arizona Sandsharks, Dallas Siderick, LA United, Monterrey la Raza, Portland Pride, Sacramento Knights y San Diego Sockers), a los que se unirán tres más el próximo año.

Las dificultades para la implantación del fútbol profesional en Estados Unidos han merecido variadas explicaciones. Henry Kissinger, uno de sus mayores impulsores, chocó con la incompresión de sus compatriotas hacia un deporte de marcador escueto, demasiado impreciso por ser jugado por los pies, exento de pausas abundantes en las que insertar publicidad y en el que los minutos podían transcurrir sin que, aparentemente, pasara nada. Para un país que vive los deportes por televisión, el fútbol es demasiado plano y falto de matices en comparación con otras especialidades.

La teoría de la simplicidaddel juego como una de las causas de su fracaso tiene en el periodista Rigoberto Cervantez, del diario La Opinión, un gran defensor. En un artículo publicado en el órgano oficial del comité organizador de EEUU94, Soccer Watch 94, Cervantez afirma: "Los americanos tienen que comprender que la simplicidad es una de las razones que han hecho del fútbol el juego más respetado y poderoso del planeta. Cualquiera puede jugar. No se necesita un equipo sofisticado o el conocimiento de complicadas reglas. Todo el mundo sabe que el mejor jugador de la historia aprendió toda su magia en los suburbios de Brasil (Pelé)".

La raíz futbolística verdadera se mantiene en las minorías: los hispanos y las comunidades irlandesa, italiana, portuguesa o griega. Los partidos de soccer son dominio de las cadenas de habla hispana. Sin embargo, la semilla comienza a germinar.

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