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Alguien dio más

La primera jornada de la subasta de la Expo atrajo a profesionales y a curiosos en busca de recuerdos

Raúl Limón

RAÚL LIMÓN Marián Corral compré por 8.000 pesetas un calentador de 3.000 y se quedó tan contenta. "Sólo quería tener un recuerdo de la Expo", comentó, entre aplausos, tras convertirse en la estrella de la primera jornada de subasta de bienes de la Exposición Universal. Las más de 2,000 personas que asistían a las primeras pujas aplaudieron esta curiosa compra, que rompía la retahíla de ofertas de lotes. Ante la expectación despertada, el propio subastador tuvo que reconocer que era poco dinero para la fama.

"Todos los sevillanos deberían sentirse orgullosos de la Expo y yo quería llevarme algo de allí para mi hotel, un establecimiento que tengo en la calle de la Alhóndiga", comentaba una orgullosa Marián.

Poco después de las once de la mañana, comenzaba en una carpa del recinto de la Expo la mayor subasta realizada en España. Más 3.000 lotes, que en su día le costaron al Estado 4.000 millones de pesetas, y que contienen desde interruptores universales hasta farolas, comenzaron a salir a subasta con la esperanza de poder recaudar por lo menos un 40% de su valor original. La empresa encargada, la holandesa Troostwijk, obtendrá el 10% de las ventas.

Felipe Martín había llegado de Badajoz sin saber muy bien qué quería: "No sé. Hemos venido, pero a nada especial", aseguraba mientras miraba a su compañero buscando una justificación de los más de 200 kilómetros que acababan de recorrer.

"No he venido a comprar nada. Bueno, sólo si venden algo de un ordenador interesante", comentó un joven de 17 años. El reclamo de la Expo había vuelto a funcionar. Como este sevillano, entre los más de 2.000 asistentes, había numerosas personas que, tras abonar las 1.500 pesetas del catálogo, no tenían interés por nada, excepto por curiosear.

Algunos venían dispuestos a criticar el montaje de la venta de los retales de la Expo -"Si se han traído a una empresa extranjera es porque se van a llevar más dinero que una española", comentó un anciano de 60 años- y otros, por el contrario, venían buscando objetos concretos, como los miembros de una cooperativa de Sevilla, que traían en el bolsillo 300.000 pesetas para equipos audiovisuales.

Isabel Ríos, de la localidad sevillana de Gines, también sabía qué quería: "Uno de los coches eléctricos que había en la Expo. Para el niño". Sin embargo se equivocó de día. Estos vehículos, los ordenadores y las motos salen a subasta hoy, jornada en la que se espera la mayor afluencia de público.

Los lotes que ayer salían a la venta eran principalmente complejos equipos audiovisuales y, una vez que el público local satisfizo su curiosidad, sólo permanecieron en la subasta los compradores profesionales: Desde técnicos de emisoras de radio comerciales hasta industriales de la música. Uno de ellos fue Alejandro Molina, de Málaga: "He venido para llevarme una mesa de mezclas para el estudio de grabación que tenemos. Algunos de los que he visto cuestan hasta 150.000 pesetas, pero creo que puedo llevarme uno por 40.000".

"Buenos días. Bienvenidos". Esta frase bastó para acallar el fuerte murmullo del desconcertado público, que ignoraba los precios de salida de los lotes. Durante una tediosa media hora, el subastador español explicó las condiciones y el mecanismo de la venta, pero cuando anunció que se iba a relatar lo mismo, pero en inglés, el público empezó a protestar con silbidos y los responsables de la subasta desistieron de dar más explicaciones.

El primer lote, de 18 lámparas de escenario, salió a un precio de 1.000 pesetas. Para la mayoría de los asistentes, ésta era su primera subasta. En poco tiempo se rompió el hielo y comenzaron a levantarse las manos. El holandés Daniel Boulan comenzó a animar las pujas con movimientos mecánicos de su brazos señalando al público. En pocos segundos, todos se familiarizaron con el sistema.

José Manuel Jiménez Martín, del pueblo sevillano de Mairena del Alcor, le hizo con el primer lote por 35.000 pesetas, la mitad que en el mercado. "Tengo una empresa de alquiler de equipos y vengo buscando cosas a buen precio", dijo.

Alguien, sumido en el frenético impulso de la subasta, donde se llegó a vender un lote por minuto, pagó 18.000 pesetas por un vídeo estropeado. Otro pagó 45.000 pesetas por un radiocasete. "Ha sido un capricho", reconoció.

Frente a una mesa de televisor, vendida en 10.000 pesetas, o los proyectores de diapositivas, en 40.000, el lote más importante de ayer fue el 132, compuesto por 216 teléfonos digitales, vendido en 6.800.000 pesetas a un industrial que no dio su nombre.

Falsa alarma

La alarma de incendios sonó a los 20 minutos. Ni siquiera el recuerdo del fuego que acabó con el Pabellón de los Descubrimientos poco antes de la Expo consiguió inmutar a nadie. El subastador inglés, Daniel Bouland, siguió cantando: "Nobody more than ...". Junto a él, el subastador español traducía simultáneamente: "35.000. Nadie da más... Adjudicado".Los nervios y la confusión inicial de los asistentes y de la organizadora convirtieron las pujas iniciales en un banco de pruebas. En los primeros momentos se acumulaban las ofertas simultáneas, mientras los periodistas corrían a cazar compradores y los ayudantes marcaban las procedencias de las ofertas.

La calma llegó pronto. Los curiosos tardaron poco en abandonar la carpa al ver que la oferta era demasiado especializada y los profesionales prepararon sus redes.

Hoy es el día del público. Gran parte de las 10.000 personas con entrada para la subasta se acercarán a buscar lavadoras, vídeos o frigoríficos. En esta jornada se venden 156 edificios modulares, dos carpas, cuatro botiquines nuevos y el producto estelan los ordenadores de la Expo.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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