Unos inmigrantes, investigados por el secuestro del bebé de un alto cargo
La investigación por el secuestro de nueve horas de la hija de Julio César Fernández Mato, gerente del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, se ha centrado en un grupo de inmigrantes magrebíes residentes en Madrid. La policía, aunque carece de pruebas, ha reducido el abanico de posibles culpables tras las declaraciones tomadas el miércoles a Fernández Mato y a su asistenta, una marroquí que fue maniatada y amenazada durante el secuestro.
Ayer, la Brigada Provincial de la Policía Judicial interrogó a la madre del bebé. Entre las pistas que poseen los investigadores figura el modo de operar de los secuestradores y la forma en la que llegaron a la casa. Los contactos telefónicos mantenidos durante el secuestro entre los delincuentes y el padre también han facilitado el avance de las indagaciones.
Los hechos se iniciaron el pasado martes a las 9.45, cuando la niña -de cinco meses- fue secuestrada en el domicilio familiar (véase El País Madrid de ayer). Los agresores esgrimieron un cuchillo de grandes dimensiones para amenazar a la asistenta.
La madre estaba de viaje y el padre, jefe del organismo encargado de erradicar las chabolas de Madrid, participaba en unas conferencias. Unos compañeros de trabajo le avisaron. Tras conversar telefónicamente con los secuestradores, conoció la cuantía del rescate, una cantidad inferior a dos millones de pesetas y considerada "ridícula" por fuentes cercanas al caso. Fernández Mato cobra menos de 350.000 pesetas netas al mes (gastos de representación aparte). La Brigada de la Policía Judicial conocía los hechos desde la mañana.
Rescate en una bolsa
El rescate lo entregó Mato en las inmediaciones de San Martín de Valdeiglesias (5.400 habitantes). El dinero iba dentro de una bolsa. Luego, se dirigió al pueblo en busca de la "casa del cura", lugar en el que los secuestradores le habían indicado que liberarían a su hija Julia. Para conocer la dirección del párroco, Fernández Mato entró en la iglesia. Allí escuchó un llanto. Era su hija, abandonada sobre el altar mayor. En la ropa, según los primeros testimonios, llevaba un cartel con el número de teléfono de Mato y en el que se leía: "Llama a papá". Habían transcurrido unas nueve horas desde el inicio del secuestro.Con la niña en brazos y guiado por un vecino, entró en una farmacia, donde le facilitaron pañales y alimentos para el bebé. Minutos después, la Guardia Civil se presentaba en la botica, y, más tarde llegaba la policía.
Se Inició entonces la búsqueda de los secuestradores. En la tarde de ayer aún no se había practicado ninguna detención. La policía ha erigido un muro de silencio en torno al caso para evitar que las filtraciones puedan alertar a los delincuentes. El padre declaró a este periódico que aquel martes fue "el día más largo" de su vida.
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