EE UU rediseñará su política hacia Moscú tras el triunfo del ultranacionalista Zhirinovski
ANTONIO CAÑO La Administración norteamericana trata todavía de recuperarse del escalofrío producido por la idea de que Vladímir Zhirinovski, el ultranacionalista cuyo partido venció en las elecciones legislativas, pueda ser el próximo presidente ruso. Tras el desconcierto inicial, funcionarios norteamericanos han admitido que EE UU tendrá que rediseñar su política para encarar la nueva realidad de Moscú. Aunque en su primera reacción el presidente Bill Clinton declaró que los resultados de las elecciones no le habían sorprendido, otros miembros de la Administración reconocen que el surgimiento de Zhirinovski, que ha manifestado posiciones fascistas y expansionistas, supone un serio reto para EE UU.
"Las declaraciones de Zhirinovski son un anatema para muchas cosas en las que nosotros creemos y son totalmente contrarias a nuestros criterios sobre derechos humanos y sobre las relaciones entre países", ha manifestado el secretario de Estado, Warren Christopher.El jefe de la diplomacia norteamericana añadió que su Gobierno no adoptará oficialmente una posición "hasta ver cuál es el papel que [Zhirinovski] tiene en el Gobierno y qué política adopta", pero reconoció que es necesario seguir con atención los acontecimientos de los próximos días en Moscú.
"Lo importante en estos momentos es no precipitarse en sacar conclusiones", dijo ayer el presidente Bill Clinton al reiterar que "hay que seguir respaldando la reforma en Rusia". "Creo que debemos asumir que se trata sobre todo de un voto de protesta", añadió al subrayar que "lo mejor es esperar y ver quiénes son las personas que se sientan en el Parlamento, qué hacen y qué dicen".
La primera prueba del desconcierto de Estados Unidos, que una vez más se ha visto desbordado por el desarrollo de la crisis rusa, ha sido la dificultad de concretar la agenda del vicepresidente, Al Gore, en Moscú. Unas oportunas vacaciones decididas por Zhirinovski evitaron a la Embajada de Estados Unidos tener que verse en la delicada tesitura de excluir al líder del Partido Liberal Democrático de Rusia (PLDR) de la recepción que Gore ofreció en Moscú a distintas personalidades rusas.
Para Bill Clinton va a ser mucho más difícil esquivar al polémico dirigente ultranacionalista en la visita de Estado que tiene previsto hacer a Rusia a media dos del próximo mes de enero, cuando los nuevos diputados hayan tomado posesión de sus puestos en el Parlamento. La Casa Blanca estudia todavía cuál es la fórmula más adecuada para encarar a Zhirinovski sin que eso pueda interpretarse como la aceptación de sus posiciones por parte de Washington.Dudas sobre el encuentroEl ex secretario de Estado James Baker ha opinado que no sería deseable un encuentro cara a cara entre Clinton y Zhirinovski, pero ha advertido que tampoco sería aconsejable excluir al líder del Partido Liberal Demócrata -el más votado del país- de una eventual reunión del presidente norteamericano con dirigentes políticos rusos.
El Gobierno de Estados Unidos empieza a aceptar el hecho de que es mejor un discreto acercamiento a Zhirinovski que una frontal oposición que, a la larga, podría favorecer a éste. "No queremos que nadie piense que vamos a saltar de Borís Yeltsin a los fascistas, pero tenemos que encontrar alguna forma de tenerlos en cuenta y de establecer contactos con ellos", comentó ayer un alto funcionario de la Administración en Washington.
Un aspecto fundamental de la futura política norteamericana hacia Rusia será comprobar si Zhirinovski consigue imponer sus criterios radicales. Por un lado, Yeltsin necesita evitar una coalición nacionalista-comunista en el Parlamento. Pero, por otro lado, a Estados Unidos le sería difícil mantener su actual apoyo incondicional a Yeltsin si los puntos de vista de Zhirinovski tienen demasiado peso en su Gobierno.
El presidente del comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Lee Hamilton, ha anunciado ya que "si Rusia se mueve decisivamente, o incluso modestamente, en la dirección de los nacionalistas, el Congreso mostrará menos apoyo o puede llegar a negar la ayuda económica". ç
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