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Antonio

Rosa Montero

Pertenece a otra época, pero ha un gran artista. Es decir, lo es. Ha llenado con su baile y su presencia muchas décadas de la historia de la danza en España. Lleva años envejeciendo con dignidad, apartado del mundo, sin armar alharacas. Los humanos tenemos el derecho y la obligación de vivir nuestra decadencia con estilo, de acercarnosa la muerte decentemente y apurar nuestros días sin tener que odiarnos. El lo estaba haciendo así. Ahora se encuentra enfermo y en una silla de ruedas, pero se le ve en las fotos todavía erguido, todavía retador, con ese desplante y esa voluntad feroz de mantener el tipo suelen tener las folclóricas clásicas y los artistas populares de antaño

No he visto el programa de máquina de la verdad en el que salió Antonio: es un espacio de televión que no frecuento. Pero he visto anuncios en los periódicos, esas fotos desencajadas del artista y la lista de preguntas que le iban a plantear: el menú, en fin, del descuartizamiento. Resulta difícil creer que hombre de prestigio como Antonio se preste a algo así si no es por una razón de peso. 0 sea, que una teme que detrás de todo esto esté el dinero. Mucho dinero. 0, a lo peor, ni tan siquiera mucho. El suficiente para que un hombre enfermo y tal vez necesitado acuda a televisión saldar su intimidad. ¿Se acostó usted con Fulano o con Mengana? A estas alturas. Después de tantos años de silencio. Lo unico que po la gente de edad es su pasado, la dignidad y coherencia de su historia tras un programa así no queda nada intacto. Siento que hay algo sangriento en todo ello: como si a Antonio le hubieran arrancado el hígado públicamente. Pero, ¿cómo criticar el programa sin criticar a los millones de espectadores que fomentan esta angustiosa exhibición de casquería? Si no queremos televisión bazofia hay que dejar de verla.

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