No somos tan tontas
Las mujeres somos, mayoritariamente, las que nos encargamos de realizar las compras, pues administramos la economía doméstica. Pues bien, los publicistas no se cansan de herir nuestra sensibilidad. Nos utilizan como objetos decorativos y a veces de forma humillante. ¿Seguiremos toda la vida tragando, haciéndoles el juego? Quizá si nos negásemos a comprar todo aquello que se anuncia en la publicidad donde nuestra imagen sea utilizada para vendemos algo, les ganaríamos la partida y les haríamos ver que no somos tan tontas.
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