_
_
_
_

Morir en una silla radiactiva

Las autoridades rusas investigan por qué había una carga atómica en el despacho de un industrial

Pilar Bonet

La extraña muerte en Moscú del director de una empresa de cartonaje, irradiado con ayuda de una carga atómica instalada en la butaca giratoria de su despacho, ha sembrado la alarma entre los responsables rusos de protección civil, que investigan el caso sin saber todavía si se trata de un acto criminal o de una consecuencia de la falta de control sobre los materiales radiactivos.La víctima, Vladímir Kaplún, de 62 años, director de la sociedad anónima Kartontara, falleció el 18 de noviembre en el centro médico del Gobierno de Rusia. La carga, que emitía una radiactividad de 20 roentgen por hora, fue detectada después de sus funerales. Otros empleados de la compañía se quejaban ya de molestias poco habituales. Iluminado por una intuición, el vicedirector de la empresa recordó entonces el comentario de un médico que atendió al jefe enfermo, comparando los síntomas no identificados de Kaplún con el cuadro clínico de una exposición a la radiactividad.

El ejecutivo llevó un dosímetro a la empresa e hizo una prueba: la flecha del aparato dio tal salto que hubo que llamar a los especialistas del servicio de Defensa Civil del distrito suroriental de Moscú, quienes tampoco tenían, dosímetros adecuados para tal cantidad de radiación.

A partir de entonces, entró en acción la empresa semimilitar Radón, encargada de la eliminación de los residuos nucleares de Moscú, que, el 24 de noviembre, encontró en la silla del director una fuente radiactiva (aún no identificada). Los técnicos registraron una radiación de 150 a 200 microroentgen por hora en el ala del edificio donde se ubica la empresa, mientras que el fondo radiactivo normal de Moscú es de 14 a 15 microroentgen por hora. Con los 20 roetgen emitidos por su silla, el fallecido director habría recibido más de un millón de veces la dosis habitual con sólo sentarse durante una hora.

Tras el examen fueron evacuados los empleados de la empresa, se clausuraron varios despachos, se acordonó el edificio y la silla del director desapareció a bordo de un furgón especial para el transporte de sustancias peligrosas con rumbo a un lugar presuntamente seguro. Los casi 200 empleados de Kartontara han sido sometidos a revisión médica y se encuentran bien de salud, manifestó a EL PAÍS Alexandr Shamshíev, vicejefe del servicio de Defensa Civil del distrito suroriental de Moscú. Según Shamshíev, la fuente de la radiación podría ser una "placa o polvo radiactivo". El tema está siendo investigado por la fiscalía. El vicefiscal del distrito suroriental, Vladímir Konoválov, piensa que se trata de "un caso criminal", pero no se pronuncia definitivamente. Preguntado sobre la posible repetición de algún incidente de este tipo, sentenció: "Dada la capacidad de asimilación de nuestro pueblo, y teniendo en cuenta que nuestra gente se ametralla cada día, tales casos pueden repetirse". Según el diario Komersant Dady, en el Ministerio de Seguridad de Rusia son reticentes a hacerse cargo de la investigación, ya que "la fuente de radiación de la silla no supone un peligro para el Estado".

Esta historia despierta asociaciones literarias entre los rusos, que ven en el caso de la silla radiactiva una versión poscomunista y nuclear de la novela humorística los años veinte Las doce sillas, donde se contaban las peripecias de un pícaro a la búsqueda de un tesoro escondido en un juego de comedor requisado por los bolcheviques. Ahora, en vez de tesoros, habrá que buscar cargas nucleares.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_