El uso de 200 cadáveres
incluso de niños, para pruebas de seguridad del automóvil, por parte de la Universidad de Heidelberg, ha provocado que el Automóvil Club y de la Iglesia católica alemanes pidan la suspensión de las pruebas. Un estudio de 1986 para 40 empresas fabricantes afirma que "estas pruebas dan resultados más precisos que con maniquíes".
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