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Entrevista:

"La indefinición ha dejado de ser rentable para el PNV"

JOSÉ LUIS BARBERíA, Ponente de la comisión del Senado encargada de estudiar la reforma de la Cámara alta para adecuarla al Estado de las autonomías, el ex secretario general de EE sostiene que la existencia misma de ETA explica la involución que en su opinión se ha producido durante estos años en el nacionalismo democrático. Decidido partidario del Estatuto de Gernika y elemento motor de la recuperación por el PSE de unas señas de identidad más netamente vasquistas, Mario Onaindía, de 45 años, sostiene que la culminación del proceso autonómico abrirá una nueva etapa en Euskadi que obligará también a los violentos a replantearse su estrategia. Cree que el PNV se abstendría en un hipotético referéndum de autoderminación y destaca la enorme inestabilidad que conlleva cuestionar permanentemente el estatuto y la Constitución.

Pregunta. En alguna ocasión usted ha apuntado que el cierre del proceso autonómico vasco debería acarrear el fin de la violencia. ¿Es un ejercicio de voluntarismo o es que hay razones que justifican esa asociación de ideas?

Respuesta. Parto de la constatación de que los avances autonómicos no han generado prácticamente reflexión en el mundo de la violencia y creo que en cierta medida esto es así por los recelos socialistas a este proceso y porque el nacionalismo democrático vasco se pasa el día hablando de autodeterminación, confederación e independencia. Lo único que se puede oponer al terrorismo y a ETA es la democracia, y la democracia en Euskadi significa autonomía. Decir que se puede conseguir lo mismo que exige ETA por otros medios es un argumento muy débil frente a los violentos. La culminación del proceso autonómico, con la reforma del Senado y, en su caso, de la Constitución, tiene necesariamente que abrir un debate general en el País Vasco, y también en el mundo de la violencia. Va a producirse un salto cualitativo en la sociedad vasca y no sé hasta qué punto está mentalizado el nacionalismo vasco para dar ese salto.

P. ¿En algún momento ha llegado a plantearse la posibilidad de aprovechar la eventual reforma constitucional para introducir alguna alusión al derecho de autodeterminación?

R. No, creo que todo va ser más pragmático. Se trata de estudiar las disfuncionalidades existentes, que son muchas, y de crear, además de mecanismos de solidaridad interterritorial, otros de corte federalista, de manera que, tal y como se hace en Alemania, sean las comunidades autónomas las que debatan, por ejemplo, cómo se reparten las ayudas europeas. El Senado debería velar por las competencias vascas, que son superiores a las de otras comunidades autónomas. Eso resolvería totalmente el problema.

P. No puede decirse, sin embargo, que los partidos nacionalistas vascos estén precisamente entusiasmados con este proyecto...

R. Hasta ahora, el nacionalismo democrático ha podido ser hegemónico en Euskadi porque, tal y como ha dicho el lehendakari Ardanza, han mantenido una inteligente ambivalencia defendiendo la legalidad vigente y el estatuto como primer paso para otras metas. El PSOE aparecía como la resistencia a la autonomía, el que se negaba a las transferencias. Pero ha llegado el momento de la definición.

P. ¿Es retórica la dialéctica del PNV con invocaciones al frente abertzale, a la autodeterminación?

R. Son la prueba de que se encuentra descolocado. Su ambigüedad le ha hecho perder la oportunidad de dirigir el Ministerio de Industria y de estar presente en el pacto de legislatura. La indefinición, tan provechosa hasta hace poco, ha dejado de ser rentable y no saben muy bien por dónde salir.

P. ¿No resulta excesivo pedir a los nacionalistas que renuncien a objetivos consustanciales a su ideología?

R. No, pero sí distinguir entre lo que son los programas del partido y el espectro constitucional de este país. Lo que ha sido refrendado por el pueblo vasco es el estatuto, que es el punto de encuentro de todos los vascos. Lo que no vale es transmitir una sensación de opresión porque no se ha conseguido el programa máximo del PNV. Necesita actualizarse.

P. ¿Se puede negar que el PNV ha renovado su discurso?

R. Persiste esa falta de actualización, por la espada de Damocles del terrorismo. La existencia de ETA ha representado una involución. Al comienzo de la transición, el PNV tenía claro que lo que quería era el estatuto, y toda la cultura de nuestros padres y de los viejos gudaris era la defensa de la autonomía.

P. ¿Es, pues, un problema de falta de garantías, de desconfianza, sobre los fines últimos del PNV?

R. La historia no tiene marcha atrás. El PNV votó en contra del derecho de autodeterminación en el debate constitucional, y durante el franquismo tachó de españolistas a los vascos que defendían el derecho de autodeterminación. No se sabe muy bien por qué en el año ochenta y tantos empezó a defenderlo. Yo sospecho que el PNV se abstendría si hubiera un referéndum de autodeterminación, pero cuestionar permanentemente la Constitución y el estatuto crea una inestabilidad política enorme.

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