Tráfico

Con el ruego de ser publicado, le envío la siguiente reflexión tras un reciente viaje a Londres. Si nuestros concejales, alcalde y responsables de tráfico viajan, me gustaría saber cuál es su respuesta al hecho de que en Londres (también en París) no se vean coches aparcados ni en segunda ni en primera filas, ni tampoco apenas guardias de circulación y que, por el contrario, el tráfico sea en todo momento fluido y sin atascos.

Tal vez se trate de que allí, antes que favorecer al coche, se le declara la guerra, pues no pueda ser otra la razón de que haya menos pasos subterráneos y aparcamientos que en Madrid, donde, por cierto, se siguen construyendo quizá porque constituyen un indeleble recuerdo en plan Valle de los Caídos para mayor gloria electoralista.

Por último, diría que no acaba uno de entender, no sólo la manía de los pasos subterráneos y aparcamientos, sino la profusión de señales que vienen a unirse al concierto de los numerosos agentes con sus aspavientos y silbatos para terminar de enloquecer a conductores y peatones. Líneas azules de no se sabe qué, líneas blancas y amarillas, otras señaladas como VP no hacen sino invitar a la confusión y a saltarse las normas.

Obviamente, concentrarse y aferrarse en arreglar estas cosillas cotidianas de dos al cuarto no debe ser tarea de grandes personajes cuando en cualquier encrucijada se puede construir algo imperecedero y faraónico.

Ya digo, no he comprendido que en Londres ni haya coches (aparcados) ni guardias ni atascos (lo de los excrementos de los perros lo dejaré para otro día, aunque me temo que su solución venga por vía de grandes obras de acagamiento )-