La noche en que México homenajeó a lo grande a Eulalio Ferrer
Eulalio Ferrer, el gran publicista español afincado en México, no pudo contener la emoción y, con los ojos humedecidos, se abrazó a la gran cantante Lola Beltrán mientras el mariachi Vargas, uno de los mejores grupos del género, hacía sonar el compás dulce de sus violines y trompetas. Era la medianoche del jueves 11, y Eulalio Ferrer, viejo hombre de paz, recibía en México, la ciudad que en 1940 le acogió para siempre, el mayor homenaje de su vida al cumplir 50 años de vida profesional.El publicista Ferrer, doctor honoris causa por la Complutense y mecenas cultural en su natal Cantabria, acababa en ese momento de agradecerle primero al editor Jesús de Polanco, representante de sus amigos de España, y después al escritor Carlos Fuentes, que ejercía el mismo mandato de los de México, ser los dos únicos oradores de un homenaje que reunió en el Centro Asturiano de la capital mexicana a un millar de personas, la mayor parte de ellas vinculadas al mundo de las letras, las artes y la comunicación.
Allí estaban el embajador de España, Juan Pablo de la Iglesia; el presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Rafael de Tovar y de Teresa; el premio Nobel Gabriel García Márquez, el historiador José Luis Martínez, el pintor José Luis Cuevas, el antropólogo Santiago Genovés, los filósofos Alfredo Sánchez Vázquez y Ramón Xirau, los periodista José Carreño Carlón y Jacoho Zabludowsky, los escritores Fernando Benítez, Carlos Monsivais y Paco Ignacio Taibo, el gran maestro de la tauromaquia Silverio Pérez; los alcaldes Manuel Huerta, de Santander, José Gutiérrez Portilla, de Torrelavega, y Anastasio López, de Alcázar de San Juan; el rector mexicano José Sarulkán, el arquitecto Pedro Ranúrez Vázquez, los empresarios españoles afincados en Mexico Ángel Losada y Antonio Ariza, y tantos otros amigos, entre ellos cuatro viejos compañeros socialistas del campo de concentración francés en el que fue internado Ferrer, ex capitán del Ejército republicano, terminada la guerra española.
Ferrer, el hombre que recientemente logró incluir en el Diccionario de la Real Academia Española el verbo cantinflear, no pudo compartir la felicidad de tan señalado día con uno de sus mejores amigos: el recientemente malogrado Mario Moreno, también su compadre. Parte de esas lágrimas que caían sobre los hombros de la genial Lola Beltrán lo eran en su recuerdo. Como lo fue también el recuerdo de tantos amigos que le acompañaron en México en estos 50 años, algunos al principio, como Indalecio Prieto, y otros después, como Pedro Vargas, Agustín Yáñez o Agustín Lara, también fallecidos.
Jesús de Polanco, que abrió el homenaje, reveló que fue hace más de 30 años en América, con personalidades de la talla de su amigo Ferrer, cuando conoció a la otra España, "de la que aprendí asignaturas tan elementales como la libertad y la esperanza". En su opinión, "España no ha sido lo suficientemente agradecida con México y con el presidente Lázaro Cárdenas por la acogida que se le brindó al exilio republicano". El otro orador, Carlos Fuentes, tuvo también un agradecido recuerdo para aquellos intelectuales de la República que aportaron sabiduría y magisterio a tantas generaciones que se educaron con ellos de este país. Y señaló: "Eulalio Ferrer honra a México y a España hermanando a nuestros dos países. Fue recibido como hermano de sangre y lengua, y hoy es el constructor de ese puente indestructible que une el Cantábrico con el golfo de México".
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