Ayudar a Bosnia
AYUDAR A Bosnia para salvar a cientos de miles de personas del peligro de morir este invierno de hambre y de frío es una obligación prioritaria de las organizaciones internacionales, y especialmente de las europeas. La campaña en favor de Sarajevo como capital cultural de Europa y los debates en el Carrefour de Escritores de Estrasburgo han contribuido a crear un ambiente más sensible en los Gobiernos y en la opinión pública ante los sufrimientos de los bosnios y la urgencia de socorrerles.En ese orden, las decisiones adoptadas por el primer Consejo de Ministros comunitario celebrado después de la entrada en vigor del Tratado de Maastricht constituyen un paso interesante. Ese Consejo de la Unión, que así se llama el que atañe a la política exterior concertada, ha decidido el establecimiento y preservación de intinerarios para que la ayuda humanitaria llegue a Sarajevo y a los otros lugares cuya necesidad lo justifique. Una vez adoptada la decisión de principio, las medidas concretas para su aplicación se adoptarán por mayoría cualificada (54 sobre 76 votos ponderados). Es una de las novedades que introduce el Tratado de Maastricht, que en este caso puede ser una ayuda seria para evitar que países con una simpatía particular hacia Serbia (como Grecia) puedan impedir que la acción de Europa se lleve a efecto.
Por otra parte, los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania expusieron la conveniencia de convocar una doble conferencia internacional sobre la antigua Yugoslavia. Bajo el nombre de Conferencia de Globalización, tendría dos vertientes: la reconstrucción de la ex Yugoslavia, de un lado, y la reintegración de Serbia y Montenegro en la comunidad internacional, de otro. A cambio solicitan que los serbios de Bosnia renuncien al 3% del territorio que ocupan, requisito indispensable para conseguir culminar un proceso de paz y poner en práctica un plan de ayuda económica comunitaria a Serbia.
¿Qué eficacia va a tener esta decisión de la Unión Europea en materia de política exterior coordinada? No es posible hacer predicciones optimistas, sobre todo después del balance tan lamentable obtenido por la acción de Europa en el caso de Bosnia y, en general, en el proceso de descomposición de Yugoslavia. Pero es verdad que ahora, en el asunto concreto de la ayuda humanitaria, existe una mayor voluntad de los principales países europeos.
Como consecuencia de la debilidad de los organismos internacionales ante el principal agresor, Serbia, y del fracaso de todos los presuntos planes de paz, Bosnia es hoy un territorio en el que se multiplican las batallas y enfrentamientos de musulmanes contra serbios, contra los croatas y, asimismo, entre serbios y croatas. Esta situación, en la que la depuración étnica se aplica de forma salvaje por unos y otros, incrementa el número de refugiados obligados al éxodo masivo. En estas condiciones, crear los itinerarios protegidos exigirá un gran esfuerzo para acondicionar carreteras y puentes y, sobre todo, para paralizar a los grupos combatientes que quieran impedir la circulación de la ayuda humanitaria. Ello plantea la necesidad de la coordinación con la ONU y los cascos azules y, eventualmente, con la OTAN para acciones de la aviación tales como han sido previstas en las resoluciones del Consejo de Seguridad.
La decisión del Consejo de la Unión sobre itinerarios de ayuda humanitaria puede tener desarrollos muy distintos. Si se quedara en una simple expresión de buena voluntad, se agregaría a las numerosas resoluciones que no han conseguido superar su mero formalismo. En cambio, si se aplica en serio y con todas sus consecuencias, podrá ser un paso importante para ayudar a los bosnios. El camino que se adopte dependerá esencialmente de la voluntad política de los Gobiernos europeos.
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