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La trampa está en el Poniente

Llegar a Madrid en la hora punta matinal cuesta el doble de tiempo por la N-VI y N-V que por el Este

La entrada a Madrid por el Noroeste es, sin duda, la más bella... y la más desesperante. Sobre todo para el corresponsal, que empleó, el viernes pasado, una hora y 11 minutos en llegar a la Puerta del Sol desde el kilómetro 20 de la N-VI. Supo después que había batido el récord de la tortuga. El y otros siete corresponsales salieron el jueves y el viernes del kilómetro 20 de las ocho carreteras radiales que llegan a la capital.Desde el noroeste (N-VI) y el suroeste (N-V) llegaron al atasco intentando entrar a un Madrid que sólo puso como obstáculos a sus compañeros los semáforos. Aunque la corresponsal que entró por la N-V se topó con lo peor en la cuesta de San Vicente en obras y la Gran Vía destripada por las zanjas. Los dos emplearon el doble de tiempo que el coche que entró por la N-II.

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Una esfera hueca y acosada

Los tres escollos esperan

La carretera no registra excesivos problemas hasta llegar al kilómetro 14. Allí la avalancha de vehículos procedentes de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes colapsa tanto los carriles centrales como los de la vía de servicio. Mientras en recorrer seis kilómetros, desde el 20 hasta el 14, se invierten cuatro minutos, llegados a este punto, y en circular durante un solo kilómetro, se emplean más de cinco minutos.

El problema se agrava cinco kilómetros más cerca de la capital. El nudo de Manoteras, vía de acceso desde la carretera de Burgos al paseo de la Castellana y a la autovía de Colmenar, obliga a los vehículos a colocarse en fila india, circunstancia que produce todos los días circulación muy lenta y pequeñas retenciones de cuatro kilómetros.

Ya en la ciudad, el paso subterráneo de la plaza de Castilla, en el kilómetro 5,500 de la N-I, es el último gran escollo a salvar.

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Vertiginosos 26 kilómetros

A las 8.00 se pudo poner a 120 kilómetros por hora. A las 8.05 hubo que bajar hasta 60. Diez minutos después, a un tercio de distancia de llegar a su meta (kilómetro 7), el coche quedó parado en medio de un gigantesco atasco. Algunos automovilistas encaminaron sus pasos hacia una abarrotada M-30, a la altura del Parque de las Avenidas. Al tiempo, otros desesperados conductores, procedentes de la rebosante vía de circunvalación, buscaban una ansiada salida. En los cruces no cabía ni un auto más. El batallón hacía sonar sus bocinas y conseguía superar los tres kilómetros de longitud. Por la radio se aseguraba, sin embargo, que la circulación en María de Molina "era intensa, pero fluida". Algunos, al conocer la noticia, buscaron desesperadamente la privilegiada calle. Sin embargo, en López de Hoyos se cruzaron los autos en la confluencia con María de Molina.

En la avenida (le América se produjo la gran batalla. Voces, bocinas, gritos, nervios. A las ocho y media de la mañana, los del Este tomaron la calle. Sólo 16 minutos después, el coche entró en la Puerta del Sol. Había circulado a la vertiginosa velocidad de 26 kilómetros por hora.

Tres atascos y dos accidentes

El tiempo que se tarda en llegar desde el kilómetro 20 de la carretera de Valencia, en el término municipal de Rivas-Vaciamadrid (22.000 habitantes), hasta la Puerta del Sol de Madrid, es siempre de una hora, diferenciándose en los dos días de la comprobación en un solo minuto. El primer día se caracterizó por la lluvia permanente, que dio lugar, en el kilómetro 19, a la colisión de seis coches, y en el kilómetro 18,5, al vuelco de otro, lo que obligó a circular durante 500 metros por un solo carril. El kilómetro 15, límite entre ambos municipios, es el primer punto negro. Allí se incorporan quienes vienen de las urbanizaciones de Rivas.

A la altura de Santa Eugenia, en el kilómetro 10, se producen retenciones por las incorporaciones provenientes de Vallecas y Mejorada del Campo, y más adelante, en el kilómetro 8, se deben a la mala resolución de la incorporación a la M-40. Circulación lenta poco antes de llegar a la plaza del Conde de Casal. Desde este punto hasta la Puerta del Sol, subiendo por la calle Atocha, se emplea un tiempo de 18 minutos el primer día y de 27 minutos el segundo.

Problemas en el supernudo sur

La entrada a Madrid por la N-IV no se presenta en exceso complicada hasta su llegada al supernudo sur. La conexión de la carretera de Andalucía con la N-401 en dirección Este-Norte supone la primera retención importante. Todos aquellos que se desvían hacia la N-401, N-V, N-11 y N-I sufren la reducción de los dos carriles a uno sólo. Son escasos los automóviles que se dirigen hacia el centro urbano a través de la M-30. Éstos padecen un importante atasco a la altura de Legazpi, que se mantiene más allá de la intersección con el paseo de Santa María de la Cabeza. Allí, el acceso se congestiona por un semáforo y la gran afluencia de coches tras la apertura del puente sobre la avenida de los Poblados. El tráfico desde ese punto hasta la Puerta del Sol, siendo intenso, es ágil. La retención más destacada está en la incorporación a la calle de Toledo.

Lo peor está en Madrid

El kilómetro 20 de la carretera de Extremadura (N-V) está situado después de sobrepasar Móstoles. La niebla del día 4 y la lluvia del día 5 de noviembre fueron los pasajeros atmosféricos de esta experiencia. La primera retención se encuentra en el kilómetro 17, salida: de Móstoles. La circulación lenta permanece hasta el acceso de Alcorcón a la carretera de Extremadura. La lentitud del tráfico -no se suele pasar de la tercera marcha- se cambia por parones intermitentes en el nudo de San José de Valderas, donde confluyen N-V y M-40. Tras ese punto se pasa de dos a tres carriles y de tres a dos a la altura de Cuatro Vientos. Los autobuses de línea que cormunican Madrid con Alcorcón y con Móstoles, así como el transporte escolar que utiliza esta vía hace que la circulación se ralentice. El tráfico se agiliza pasada la incorporación de la carretera de Boadilla del Monte, cuando aparece la Casa de Campo a la izquierda, y hay cuatro carriles (uno de ellos de servicio), hasta llegar al final de la N-V y su confluencia con la M-30, en la glorieta de San Vicente. Allí las obras del intercambiador de Príncipe Pío y el túnel de la Cuesta de San Vicente hacen que a duras penas se pase de la primera marcha. El panorama se repite en la Gran Vía con las obras que Gas Natural realiza en la calzada derecha en dirección a Alcalá, donde se comen un carril entero. Es donde peor se circula.

Media hora y cinco kilómetros

Kilómetro 20 de la carretera de los yuppies (N-VI). Amanece con bancos de niebla, llueve. El vecino de Las Rozas se integra a la carretera de La Coruña en el kilómetro 18,500. Se atusa los bigotes. En la radio suena una imitación a La novena de Beethoven. Es la sintonía de Onda Madrid. Comienzan las retenciones. La carretera está en obras de ampliación. Los conductores solitarios escuchan las noticias de la mañana. Casi todos son hombres. Las mujeres prefieren viajar en el bus del consorcio regional. Éste va semivacío a pesar de las campañas publicitarias.

Carlos Miguel, de Onda Cero, saluda: "Situación complicada en el asfalto". En el kilómetro 18 se suman a la fiesta de la caravana los vecinos de El Escorial, Galapagar y Majadahonda. Más retenciones.

Los cinco kilómetros más complicados de la N-VI son los comprendidos entre el 5 y el lo. En ellos se invierten más de 30 minutos para recorrerlos. Suena una sirena. Los coches se apartan. Los moteros, sin duda los más hábiles, avanzan en zig-zag hacia la urbe.

Kilómetro 9,800. Los conductores entrecruzan sus miradas y aprovechan el parón para limpiarse las legañas. Los vecinos de Aravaca y de Pozuelo se suman a la marcha. El tráfico rueda de forma más fluida. ¡Por fin, Puerta de Hierro! Los conductores pisan a fondo el acelerador para pasar rápidamente la residencia del presidente. Sólo faltan cinco kilómetros para llegar a Sol. Madrid: Moncloa, Princesa, plaza de España, Gran Vía, Alcalá, kilómetro cero...

La maldición del puente de Praga

La mitad del tiempo se invierte en recorrer la distancia que separa el puente de Praga del kilómetro cero, los últimos tres kilómetros del viaje. Allí aparecen las primeras retenciones, con circulación muy lenta en torno al semáforo que hay después del edificio de bomberos. Ese era el núcleo conflictivo que daban a las ocho y ocho y media de la mañana las emisoras de radio. Las retenciones se prolongaron, especialmente el jueves, desde esa zona hasta la glorieta de Atocha. Aunque no lo mencionaron, también se circulaba con muchas dificultades en el tramo del paseo del Prado. Sin embargo, la calle Alcalá y la misma Puerta del Sol estaban prácticamente despejadas.

La apertura al tráfico del puente de Orcasitas parece haber acabado con las retenciones de varios kilómetros que se producían en el cruce. Se circulaba en la N-401 a una media de 75 kilómetros. Sólo en los desvíos de la M-40, bastante congestionada a esa hora, era necesario aminorar. la velocidad.

Peor en verano

Aún parece el vial menos transitado en invierno, porque con la meteorología en contra, el conductor no batió el récord de rapidez por unos escasos cuatro minutos. En verano esta carretera sufre mayor aglomeración de vehículos y el tiempo puede duplicarse en recorrer el mismo tramo, debido a quienes viven en la sierra esos meses y trabajan en Madrid. Son los puntos en los que confluyen dos carreteras los que mayores retenciones registran. Antes de llegar al kilómetro 20 es necesario reducir la marcha para que puedan incorporarse los vehículos de Tres Cantos; las segundas retenciones se producen a la altura del puente donde confluyen las carreteras que se dirigen a El Pardo y al pueblo de Fuencarral. Pero la verdadera caravana se crea ya en la entrada a Madrid, al incorporarse los vehículos de la calle del Cardenal Herrera Oria, un atasco que se recrudece inevitablemente al alcanzar la avenida de la Ilustración.

Este reportaje ha sido elaborado por Javier Barrio, Ana Roldán, Víctor Saornil, Isabel Fernández, Vicente G. Olaya, Daniel Manzano, Soledad Gallardo, Luis Esteban y Ana Alfageme.

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