Cuando vienen mal dadas
La IG Metall iniciará conversaciones con Volkswagen para instaurar la semana de cuatro días
OCTAVI MARTÍ, ParísLas variantes en la ecuación tiempo trabajado-salario empezaron a ser discutidas hace ya tiempo en Alemania. Paradójicamente, mientras que ahora la atención parece haberse centrado en la reducción de las horas trabajadas, especialmente desde que Volkswagen propusiera a sus empleados la semana de cuatro días, las primeras variantes de la polémica iban en sentido contrario. A principios del verano pasado, en plena polémica sobre la pérdida de productividad de la industria y de la caída de la competitividad de los productos Made in Germany, fueron numerosos los acuerdos laborales en los que los trabajadores se comprometieron a trabajar más horas por el mismo salario.
La profundización de la crisis, especialmente la caída de la demanda en el sector del automóvil, ha obligado a replantear la misma ecuación pero en sentido inverso. En último término, cuando vienen mal dadas, el trabajador se contenta con mantener su poder adquisitivo, lo que no parece ser ahora el caso. La IG Metall, el sindicato del metal, ha anunciado ya para la semana próxima el inicio de las conversaciones con Volkswagen para la instauración de la semana de cuatro días.
Las negociaciones se presentan complejas, dada la distancia que separa a las partes. El político socialdemócrata Walter Hiller, miembro del consejo de VW en representación del Gobierno de Baja Sajonia ha sujerido que la Oficina de Empleo compense los perjuicios económicos. En el campo conservador, sin embargo, la CDU baraja la posibilidad de combinar el trabajo y la jubilación, sería una entrada progresiva en la misma, trabajando cada vez menos tiempo.
La patronal piensa radicalmente diferente. Según la Federación de la Industria Alemana (BDI), una reducción a nivel general del horario laboral sería una equivocación, lo que hace falta es una flexibilización.
Pero el problema de fondo sigue siendo el mismo, el de la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores. Para el Frankfurter Allgemeine, "una sociedad que, de ciclo de conyuntura a ciclo de conyuntura, está creando cada vez un mayor desempleo, no tiene que rendir menos sino más". "Rendir más significa dar oportunidades a más personas y empresas de ponerse de acuerdo sobre sueldos y condiciones laborales, segun sus facilidades y posibilidades en el mercado". En definitiva, una radicalmente nueva versión del contrato social tal y como se ha definido en este siglo.
En Francia la semana de cuatro días o 32 horas tiene muchos padres. El ex-primer socialista Laurent Fabius asegura haberla propuesto como solución en 1985. Los ecologistas recuerdan que en las elecciones de marzo 93 ningún partido, excepto ellos, incluían en su programa "el reparto del trabajo". Pero quien mejor está capitalizando la idea es Pierre Larrouturou, un ingeniero de la firma Arthur Andersen que se apoya en el minúsculo Partido Republicano para realizar una gira exponiendo sus cálculos econométricos que prevén la creación, en tres años, de 2.400.000 puestos de trabajo y la amortización de las siete horas trabajadas de menos por otras vías.
Los socialistas defienden dos tesis: Rocar y Fabius están por las 32 horas y la negociación por sectores de las reducciones salariales, y Enimanuelli propone la reducción a 35 horas con mantenimiento de salarios, algo que, según él, "crea 1.500.000 empleos".
La patronal desaprueba el experimento aunque dentro de ella hay disidentes que ya han demostrado que las 32 horas son posibles si hay acuerdo entre empresarios y sindicatos. Las centrales, también están contra. Force Ouvriére y la CGT no quieren ni hablar de reducciones salariales. La reciente huelga de Air France parece darles la razón. Según ellos "no se trata de repartir el paro, sino de crear trabajo". La CFDT, que aglutina cuadros y simpatizantes socialistas, sí está en cambio dispuesta a discutir la propuesta.
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