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Debate en Estados Unidos sobre el derecho a la intimidad de un senador

Antonio Caño

Si un senador norteamericano no puede mantener en secreto su propio diario personal, ¿qué es lo que puede mantener en secreto?, ¿hasta dónde llega el derecho a la intimidad de un político?, ¿hasta dónde llega el derecho de un Parlamento a investigar el comportamiento de uno de sus miembros? Todas estas preguntas fueron ayer objeto de discusión en la Cámara alta del Congreso de Estados Unidos, que pretende que el senador Bob Packwood entregue sus diarios personales para comprobar si es cierta la acusación de que en los últimos años ejerció acoso sexual sobre 28 mujeres.

Bob Packwood, republicano del estado de Oregón durante los últimos 24 años, considera que esa solicitud en una intolerable intromisión en sus asuntos privados, pero, como prueba de buena fe, se ofreció a entregar algunos capítulos de sus diarios, los que revelan los aspectos menos íntimos de su. vida.Packwood reconoció que se encuentra "entre la espada y la pared", porque, si se niega a entregar los diarios todo el mundo creerá que está admitiendo su culpabilidad, y si los entrega será como darle permiso al Congreso a hurgar en lo más privado de su persona.

Los miembros del comité de Ética del Senado consideran, sin embargo, que todos los aspectos de la vida de un congresista, incluso aquellos más personales y escabrosos, deben estar supeditados a la obligación suprema de hacer justicia. Varios senadores sostuvieron que, al fin y al cabo, un diario es una conversación consigo mismo, que puede ser investigada al mismo nivel que una conversación con otra persona.

'Caso Watergate'

Algunos senadores compararon los diarios de Packwood con las cintas de Richard Nixon, que fueron las que finalmente sirvieron para sentar la culpabilidad del ex presidente norteamericano en el caso Watergate.

La Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos, una de las organizaciones más poderosas sobre derechos individuales, opina que no son lo mismo unas cintas que, en última instancia son propiedad del Estado, que unos escritos redactados únicamente para el consumo personal. Este grupo ha propuesto que los diarios sean entregados a un juez independiente que decida si esos documentos poseen información decisiva en el caso de acoso sexual que se sigue contra Packwood.

El debate, seguido apasionadamente por la opinión pública norteamericana, tiene un alcance mayor incluso que el mero caso Packwood. Si el senador es finalmente obligado a entregar sus diarios se habrá creado un precedente que puede echar a temblar a muchos políticos que hoy se molestan, simplemente, porque los periodistas siguen sus vacaciones. Por otra parte, este asunto pone en evidencia el alto grado de sensibilización que existe en este país sobre el acoso sexual, aunque las sospechas indican que el senador Packwood era un acosador particularmente activo, especialmente sobre sus secretarias y colaboradoras en el Senado.

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