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Una ciudad insufrible busca alcalde

El demócrata David Dinkins y el republicano Rudolph Giuliani se disputan hoy Nueva York

Antonio Caño

¿Elecciones? Pero ¿hay alguien que quiera ser alcalde de esta ciudad? Lo dudan los propios neoyorquinos, que cada día libran una guerra por la supervivencia en esta selva de ambiciones, crímenes, pasiones y fracasos. Pero lo cierto es que sí; Nueva York tiene elecciones municipales, se celebran hoy y los candidatos son el actual alcalde negro, David Dinkins, un demócrata del ala izquierda, y Rudolph Giuliani, un republicano que ofrece ley y orden en los dominios de la estatua de la Libertad en Nueva York, la capital del mundo.Elegir alcalde no ha sido casi nunca una de las actividades favoritas de los neoyorquinos. Muchos creen que la ciudad está en realidad gobernada por Wall Street, las pandillas del Bronx, los narcotraficantes hispanos, los judíos y los descendientes de los viejos jefes italianos.

Los candidatos de este año a ocupar el sillón municipal son los mismos de 1989. Desde entonces, Dinkins ha defraudado a buena parte de la coalición de negros, latinos y blancos progresistas que lo eligió. Giuliani ha perdido bastante de la leyenda de supermán anticrimen que había ganado en su anterior puesto de fiscal de esta ciudad. Ninguno de los dos entusiasma. Pero tampoco eso importa demasiado. En el fondo, los neoyorquinos sienten que los problemas aquí son demasiado graves como para que nadie pueda solucionarlos. Da la impresión de que esta ciudad mantendrá el ritmo trepidante que le imponen sus habitantes hasta que estalle de una vez, sin que ningún alcalde ni presidente sea capaz de impedirlo.

Por el momento, todo sigue en su sitio. Come) cada día, The New York Times está en los quioscos, la Bolsa abrió ayer, el ferry de Staten Island salió a su hora, el túnel de New Jersey estaba congestionado, una anciana fue atracada en el metro, los turistas tomaron fotografías desde lo alto del Empire State, un director consagrado rodaba su última película policíaca en Manhattan, el servicio de emigración autorizaba los visados de varias decenas de filipinos y un taxista afgano recogía en el aeropuerto Kennedy a un rico abogado californiano.

Gane quien, gane hoy, un vagabundo pasará la noche en la puerta de Tiffany, algún negocio de drogas culminará en una esquina de Harlern, una estrella nacerá en Broadway, un par de pintores europeos llegarán a probar fortuna, David Leterman contará sus chistes en el programa de la noche y los Yanquees seguirán buscando la victoria en las series mundiales de béisbol.

El sueño del recién llegado

Esta ciudad no puede despegarse del mito, por mucho que aquel viejo Nueva York dinámico y seguro de principios de siglo haya sido enterrado hace tiempo por este Nueva York casi decadente -inmerso en la peor crisis económica en medio siglo-, Con el que hoy compiten con ventaja lugares como Miami, Seattle o Atlanta.

Aunque Nueva York es todavía el gran desafío cantado por Frank Sinatra, la, fuente de inspiración de Woody Allen y el sueño de miles de recién llegados que siguen probando fortuna a diario, la ciudad se ha hecho invivible para otra mucha gente. El 64% de los habitantes de Staten Island, el 60% de los de Brooklyn, el 55% de los de Queens, incluso el 40% de los de Manhattan confiesan que abandonarían Nueva York si pudieran. La mayoría de ellos son norteamericanos blancos y de origen anglosajón, curiosamente los que menos cuentan.

Estas son las únicas elecciones del mundo en las que votan judíos y árabes, chinos, rusos, vietnamitas, haitianos, dominicanos, cubanos, nigerianos y otros muchos emigrantes de casi todas las naciones del mundo. Las candidaturas son un reflejo del melting pot. Dinkins, de 66 años, es un negro cuyo compañero de lista es un blanco de origen hispano. Giuliani, de 49 años, es italiano y concurre junto a un portorriqueño casado con una judía.

El conflicto racial ha sido uno de los asuntos más discutidos durante la campaña. Las elecciones de Nueva York se celebran después de que un negro haya sido derrotado en Los Ángeles y cuando otros alcaldes negros de ciudades importantes ven sus puestos seriamente amenazados. El voto contra Dinkins, por mucho que estuviera justificado por el rechazo de su gestión, sería interpretado como un voto antinegro. El propio presidente Bill Clinton vino a Nueva York a pedir que el color de la piel no influyese en la opción electoral. El color de la piel no va a perjudicar, sin embargo, a Dinkins. Al contrario, es su principal cualidad. Los propios demócratas saben que si Dinkins fuera blanco estaría derrotado de antemano.

Giuliani tiene la desventaja de que nunca tendrá el voto de color, es muy difícil que consiga el voto judío e improbable también que gane el voto blanco de clase alta, orgullosa y tradicionalmente demócrata. Giuliani puede encontrar el respaldo de la clase media blanca harta de soportar la presión racial y la violencia, y también de la emigración que ya ha alcanzado un cierto estatus social en la ciudad, principalmente la asiática y cierto sector de la latina.

Historial antidelictivo

El principal atractivo de Giuliani -que también ha prometido acabar con los refugios para mendigos- es su historial antidelictivo en una ciudad que ha mencionado mayoritariamente la violencia como su primera preocupación. Más de 600.000 personas son cada año víctimas de un acto delictivo. Es como si toda la población completa de Zaragoza fuese objeto en un solo año o de un atraco o de una violación o de un homicidio. Cada 12 meses son asesinadas alrededor de mil quinientas personas. Durante la gestión de Dinkins han muerto por la delicuencia 6.394 ciudadanos. El FBI asegura que el crimen en Nueva York descendió un 7% el año pasado. Sin embargo, un 70% de la población cree que la ciudad es más insegura que antes. El 50% de los neoyorquinos dice haber visto vender drogas en su vecindario. Los hospitales de Nueva York tratan anualmente a 52.000 toxicómanos, lo que representa sólo una novena parte del total de adictos a las drogas en esta ciudad. El sida es, desde 1987, la principal causa de muerte de la población comprendida entre 25 y 40 años.

Un 68% de los preguntados en las más recientes encuestas creen que Giuliani está mejor cualificado para luchar contra el crimen. Sin embargo, los sondeos sobre la intención de voto en las elecciones de hoy no muestran una diferencia que permita vaticinar un vencedor.

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