Un amigo más
Leo el artículo Memorias del verano azul, de Fernando Savater. Cada vez admiro más el compromiso de Fernando Savater con lo mejor de lo humano, su mente abierta, su coraje y esa manera suya de decir en que la ironía hace a las ideas más penetrantes.Cuando se tiene la fortuna de tratarle y se sabe también de su sencillez, cordialidad y risueña actitud ante la vida, de cuyo peso es, sin embargo, bien consciente, y cuando se ve que en un verano en que, contra sus hábitos, ha tenido que ponerse lazos en la pechera y salir a manifestarse por la calle, pero ha tenido también tiempo para escribir una novela sobre Voltaire, en quien ve al primer intelectual público y un "fanático del antifanatismo", y de romper una lanza por la Ilustración, tan denostada ahora por la reacción triunfante, uno se admira de lo que puede ser la fecundidad de un par de meses y la valía de un intelectual que entra y sale de su torre de marfil cuando conviene que se ensimisme o que se altere.
Ya soy viejo, y a lo largo de mi ya larga existencia he tenido el privilegio de tratar a hombres como Dionisio Ridruejo, Salvador de Madariaga y Enrique Tierno. Ahora me felicito de poder añadir a los nombres de estos amigos -tan distintos y los tres tan admirables- el nombre de Fernando Savater.-
