El 'síndrome de Quebec' empaña la victoria liberal
Los conservadores de la primera ministra de Canadá, Kim Campbell, sufren una estrepitosa derrota
Las elecciones legislativas que se celebraron el lunes en Canadá tuvieron tres vencedores y un vencido. Vence el Partido Liberal, que consigue la mayoría absolutaen el Parlamento de Ottawa. También el Bloque Quebequés, de los nacionalistas francófonos, que se convierte en el primer partido de oposición en la capital federal, además de arrollar en su provincia. Asimismo triunfa el derechista Partido Reformista, con un espectacular avance en las provincias occidentales. Pierde de manera estrepitosa el Partido Conservador, prácticamente barrido del Parlamento. Elavance arrollador de las fuerzas con implantación regional augura un Parlamento difícil de gobernar, sometido a fuertes presiones centrífugas. El espectro de la fragmentación vuelve a amenazar.
A sus 59 años y tras 30 años de vida política, el líder liberal Jean Chrétien realiza por fin su sueño: convertirse en primer ministro de Canadá. Este hombre de origen modesto, octavo hijo de un aserrador de la provincia de Quebec y encarnación del mito canadiense del hombre hecho a sí mismo, triunfó con una campaña centrada en los temas económicos.Frente a la recesión que asuela el país, Chrétien propone un programa poco preciso, pero con acentos socialdemócratas, que incluye una modesta reactivación económica a través del gasto público. Propugna, en cambio, una fuerte. reducción de los gastos de defensa. En el plano internacional, desea revisar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y México, aunque, con prudencia, pues no llega a ponerlo en tela de juicio. También quiere flexibilizar la relación con Washington para otorgar más autonomía de decisión a su país.
" Nuestra misión será demostrar que Canadá sigue siendo la mejor solución para Quebec, para los canadienses francófonos y para todos los canadienses", aseguró Chrétien en la madrugada de ayer al conocer su victoria. Y es que el principal peligro, para el líder liberal, viene de ahora en adelante de su propia provincia natal. Con los dos tercios de los escaños que consiguieron en Quebec, los nacionalistas, que se presentaban por primera vez desde la II Guerra Mundial al Parlamento de Ottawa, se convierten ahora en la principal fuerza de oposición.
Fiel a su habitual estilo ambiguo, el líder del Bloque, LucienBouchard, intentó a la vez galvanizar a sus electores y tranquilizar a los demás canadienses.
Para los primeros, afirmó que "queda claro que hay dos países en este país" y que "esta elección constituirá uno de los principales hitos en la vía de Quebec hacia la soberanía". Pensando en los se gundos, aseguró que su partido cumplirá en Ottawa con los principios "parlamentarios ydemocráticos", y se abstuvo cuidadosamente de pronunciar la palabra "independencia". "Nuestra tarea será hacer que la Cámara de los Comunes esté más al tanto de las aspiraciones (de Quebec)", concluyó.
Otro triunfador de los comicios del lunes es Preston Manning, líder del Partido Reformista. Su discurso reaganiano de crítica al gasto federal y a los programas "excesivos" de ayuda social consiguió el apoyo de los electores de las ricas provincias petrolíferas del oeste del país, que ven a la lejana Ottawa como una simple devoradora de impuestos. "Actuaremos como la conciencia fiscal del Parlamento", anunció Manning al conocer los resultados, dando así a entender cuál será el eje prioritario de su acción en Ottawa.
Oposición anglófona
El Partido Reformista, y se trata otro frente preocupante para Jean Chrétien, se convierte ahora en la principal fuerza de la oposición anglófona en el Parlamento. Desbanca así al Partido Conservador, que sufre una de las derrotas más espectaculares de la historia de las elecciones occidentales. Kim Campbell -elegida hace apenas cuatro meses como líder del partido para intentar frenar la catastrófica pérdida de popularidad de su antecesor, el dos veces primer ministro Brian Mulroney- fracasó de manera estrepitosa. Tras un in¡cio prometedor, con un estilo de mujer enérgica e innovadora, desarrolló una campaña desastrosa y no supo hablar a los electores de lo que realmente les interesaba: la crisis económica.
Los conservadores pasan ahora de ser la primera a la quinta fuerza del Parlamento de Ottawa. "Me alegro de no haber vendido mi coche", alcanzó a decir con deportividad Campbell al conocer su fracaso, dejando entender que la perspectiva del coche oficial queda ahora muy lejos, tanto para ella como para su partido.
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