_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vargas Llosa y el GATT

Permítame varias reflexiones acerca del artículo La excepción cultural, de Mario Vargas Llosa, publicado el pasado martes 12 de octubre en Opinión.

En primer lugar quiero aclarar que los productos culturales no están, de momento, incluidos en los acuerdos del GATT sobre libertad comercial: la movilización en pro de la cultura francesa y del mantenimiento de las actuales cuotas de exhibición para producciones cinematográficas y televisivas francesas y europeas se realiza ante la intención del señor Brittan de incluirlas en el tratado de Blair House.

En cuanto a los argumentos que esgrime Vargas Llosa es dificil no compartir que en tal campaña están presentes los intereses de productores hambrientos de subsidio e industriales de productos audiovisuales, y que incluso puede haber, en algunos integrantes de tal campaña, un cierto grado de patriotismo cultural de cortas miras. Es lógico.

Ahora bien, el señor Vargas Llosa debe conocer que en el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Canadá de 1989 (que crea un espacio económico único, estilo Unión Europea) se establecen cuotas de exhibición y de protección de la producción audiovisual canadiense, y se argumenta que no pueden incluirse tales productos como si de patatas o lechugas se tratara. La razón es muy simple: la ley de la libertad económica a ultranza no se aplica ni siquiera en economía (las ayudas de los Estados a empresas, la ley antimonopolios, la existencia de bancos nacionales, del FMI, la utilización de energías limpias en sustitución de energía nuclear, la prohibición de gasolinas con plomo, etcétera, lo demuestra) porque supone volver a la ley de la jungla, a la ley del más fuerte, y todos sabemos que la libertad del más fuerte transforma en esclavos a los más débiles, si se le deja, e incluso lleva a la destrucción del equilibrio ecológico del planeta.

Si trasladamos el ultraliberalismo que defiende el señor Vargas Llosa a otros campos, pronto, por ejemplo, no habría protección para especies animales en peligro, no habría que preocuparse de la diversidad biogenética, ni por el mantenimiento de bosques y océanos, no deberíamos perder el tiempo hablando y aprendiendo las lenguas minoritarias (son tan inútiles), incluso no habría que potenciar el uso del español, ni intervenir en la investigación y potenciación de las aplicaciones informáticas a tales lenguas: en el siglo XXI leerían nuestros nietos las novelas del señor Vargas Llosa en inglés, todo ello en el mejor de los mundos.

Por último, esas leyes del mercado que defiende el señor Vargas Llosa para los productos culturales hacen que los distribuidores cinematográficos impongan productos, no ya de escaso valor cultural, sino ni siquiera de escaso éxito y gancho popular, a base de publicidad, con unos efectos muy nocivos en cuanto a la degradación del gusto, por su nulo valor estético, y en cuanto a la generalización de actitudes ideológicas y sociales negativas para la vida en sociedad, por la complacencia en la exhibición de comportamientos machistas, violentos y egoístas. Hasta ahora tenemos libertad de elección como espectadores, gracias a las cuotas de exhibición; sin tales cuotas, ¿dónde quedaría nuestra libertad de elección como espec-

Pasa a la página siguiente

Viene de la página anteriortadores? Creo que el señor Vargas Llosa, al defender la libertad, ha olvidado la defensa de la libertad del consumidor o del espectador.-

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_