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España y Portugal discrepan sobre todos los aspectos de la integración europea

Unidos hace menos de un año para arrancar a la Comunidad Europea (CE), en la cumbre de Edimburgo, cuantiosas ayudas para los Estados miembros meridionales, Portugal y España divergen ahora sobre todos y cada uno de los pasos pendientes en la integración europea.Para explicar el enfoque español en vísperas de la cumbre europea del viernes, el ministro de Exteriores, Javier Solana, viaja hoy a Lisboa, donde se entrevistará con su homólogo José Manuel Durao Barroso. En diciembre será el primer ministro luso, Anibal Cavaco Silva, quien se reunirá en España con Felipe González.

Tras lograr sus objetivos, obligando a los Estados ricos de la CE a manifestar su solidaridad con sus socios menos desarrollados, el frente común ibérico de Edimburgo tiene, al menos, dos grandes grietas: la reforma institucional de la CE y el debate sobre la oportunidad de dar otro impulso a la construcción europea.

González quiere que, tras la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, los Doce den pronto otro paso adelante. Sin alinearse del todo con el primer ministro británico, John Major, Cavaco Silva, asegura, en cambio, que primero hay que dejar cicatrizar las heridas provocadas por el proceso de ratificación del tratado.

A corto plazo, los Doce deben decidir si es necesario reformar sus instituciones antes de ampliar la CE a los cuatro candidatos al ingreso (Austria, Suecia, Finlandia y Noruega) para impedir que el aumento de miembros dificulte su funcionamiento. España y Portugal se alinean en bandos opuestos. Solana y González se han pronunciado por esta reforma, que apoyan Francia, Reino Unido y, en menor medida, Alemania. En cambio, los Estados pequeños se oponen a ella, y Portugal lo hace con especial virulencia.

Para los pesos pesados de la CE se trata de evitar quedar sumergidos en una Comunidad ampliada por una multitud de pequeños Estados incrementando su representación en las instituciones. Para España se trata además de poder seguir constituyendo una minoría de bloqueo mediterránea, a pesar del ingreso de países nórdicos, poco sensibles a los problemas del Sur. Además, Lisboa rivaliza con Barcelona para acoger la Agencia de Evaluación dé los Medicamentos, una de las nuevas instituciones de la CE cuyas sedes deben ser repartidas el viernes.

El cierre de la frontera lusa a las importaciones de porcino -España exporta 200 toneladas semanales con un valor anual de 10.000 millones- provocó la semana pasada sendas protestas, en Bruselas y Lisboa, del ministro de Agricultura español, Vicente Albero. La actitud portuguesa responde a la decisión tomada por la CE este mes de cerrar las exportaciones lusas de porcino, debido a un foco de peste en el Alentejo.

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