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Esto es un circo y yo soy un payaso

"Y nos dieron las diez y las once, las doce -la una-, las dos y las tres...", que diría Joaquín Sabina. El pueblo de Madrid espera y desespera desde que el PP tomó las riendas municipales. Los cien plenos que ha celebrado el Ayuntamiento desde la llegada del Partido Popular al poder municipal han comenzado con retrasos que oscilan entre los 30 minutos y las dos horas: toda una muestra de respeto a las instituciones democráticas y a los representantes de los ciudadanos, y, al mismo tiempo, toda una metáfora sobre el estilo y capacidad de decisión del alcalde.Pero los retrasos son algo más que una reiterada falta de educación cívica. Son la manifestación más clara de la grave batalla interna que se libra entre las filas del partido de la derecha. Los continuos enfrentamientos en el seno del Partido Popular han convertido al Ayuntamiento en un circo donde los payasos no son precisamente los concejales de la oposición.

No hay que ser malpensados. El alcalde llega tarde siempre y a todo porque tiene pluriempleo en la carpa que ha instalado en la plaza de la Villa. Entre sus múltiples ocupaciones está su trabajo como domador para hacer pasar por el aro a concejales como Manuel Martínez Blanco o Venancio Mota, siempre enseñando las garras que pueden acabar con su mayoría. Apenas suelta el látigo y sienta al rebaño en los bancos del Pleno, Manzano sale corriendo para hacer equilibrios en ese enorme trapecio que oscila entre las broncas que recibe desde la calle de Génova y el muy deteriorado faro de Moncloa, que se cae a pedazos sobre el respetable, al igual que la credibilidad de su alcalde. Y ahí no acaban sus trabajos, porque también le roban tiempo sus actuaciones conjuntas con Matanzo o el rebelde Pedro Ortiz.

No, no fuimos nosotros quienes abandonamos el Pleno del pasado día 5. Los concejales de los grupos municipales de la oposición, PSOE e Izquierda Unida, asistimos puntualmente a una convocatoria en la que no se iba a tratar cosa baladí para los ciudadanos. Lo que estaba sobre el escenario era nada más y nada menos la subida de impuestos, tasas y precios públicos que se van a aplicar en 1994. Fue la injustificada ausencia del alcalde y de su equipo de gobierno, en el salón de plenos, a la hora fijada, lo que motivó nuestra decisión de salirnos una vez pasados 30 minutos de infructuosa espera. Un Pleno para el que, por otra parte, habíamos pedido un aplazamiento con el fin de estudiar la documentación sobre las ordenanzas fiscales, que, en una nueva pirueta circense, se había entregado a la oposición con tan sólo 48 horas de antelación respecto al Pleno y bastantes más horas de retraso respecto a lo que hubiera sido necesario para conocer a fondo la propuesta del Gobierno municipal. Nuestra solicitud fue denegada con desdén y desprecio hacia los derechos democráticos que como oposición se nos debe.

De la mano de la ley, y sólo de ella, acudimos por segunda vez a debatir los impuestos que se aplicarán el próximo año. El equipo de gobierno, con su alcalde a la cabeza, faltó de nuevo a la cita. Sin duda, sus múltiples ocupaciones le han hecho olvidar el Reglamento de Organizaciones, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales (ROF). Según el artículo 90 de esta norma, se requiere, para la válida constitución del Pleno, la asistencia de un tercio del número legal de la Corporación. Esto quiere decir que, existiendo dicho quórum, el Pleno debe comenzar a la hora convocada. De no ser así, éste queda automáticamente pospuesto para dos días después, y a la misma hora.

El alcalde respondió a este plante de la oposición llamándonos payasos. Efectivamente, esto es un circo y yo soy un payaso. No como Álvarez del Manzano, conocido intelectual del municipalismo y político emergente de la caverna; intachable en su beatitud.

Es necesario decir a los madrileños, y esto no es objeto de risa, que el alcalde ha situado al Ayuntamiento en un grave déficit democrático, que desde la oposición queremos realizar una tarea constructiva, de acuerdo con el mandato que nos han dado los madrileños, y que nos hallamos indefensos en el ejercicio de nuestro deber por la falta de diálogo que caracteriza a Álvarez del Manzano, y que están padeciendo también sindicatos, asociaciones de vecinos, trabajadores municipales y, en general, todos los agentes sociales.

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En este pulso los únicos que pierden son los madrileños, porque la ingobernabilidad daña la gestión diaria y, sobre todo, repercute en la mala prestación de servicios que reciben los ciudadanos. Unos servicios que el alcalde desea que sean más caros en 1994, en una decisión que carece de base jurídica, ya que el Pleno (es un decir) que aprobó la subida de impuestos -el celebrado en solitario por el PP el martes día 5- no tiene ninguna validez conforme a derecho. Por ello, el Grupo Municipal de IU, junto con el PSOE, ha presentado un recurso de reposición para impugnar el Pleno. Serán los tribunales quienes decidan de qué parte está la ley, pero lo que está fuera de duda es el incumplimiento electoral del Partido Popular de congelar los impuestos. Además de incoherentes, la derecha engaña a su electorado aplicando la subida de impuestos más alta de la historia del Ayuntamiento. Y esta capacidad de engaño la conocen también los funcionarios municipales, a los que les ha sido retirada la tercera paga, también anunciado con el típico retraso del alcalde, en el último momento, cuando muchos de ellos ya se habían gastado un dinero comprometido en la firma del convenio.

Los problemas de la ciudad siguen agravándose, pero el alcalde no tiene ninguna prisa en abordarlos. Lo que no sabe es, como dice el refrán, que "el que espera, desespera". Tal vez pronto acabe aprendiéndolo. De momento, en 1994, los madrileños están convocados a pagar sus impuestos en base a un acuerdo municipal de dudosa legalidad. Ésta es la resultante final de la bronca mal llevada del alcalde con los grupos municipales de oposición. Y esto sí que no es una payasada. Es algo muy serio. ¿Cuánto le va a costar al Ayuntamiento el déficit democrático en que se ha instalado de la mano del PP?

Francisco Herrera es portavoz municipal de IU.

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