Burocratizar al máximo

Lugar: Consejería de Agricultura de la Comunidad de Madrid, en la calle de Atocha. Hora y fecha: 12.05 del 13 de septiembre. -Buenos días ¿para solicitar lo de los núcleos zoológicos?

-Pues no sé si es aquí. Suba al cuarto piso.

No era en el cuarto, era en el tercero. Hay aproximadamente 14 mesas con papeles encima. Sólo hay tres personas. Una habla con unos señores de ganadería, otra habla por teléfono contando sus aventuras de fin de semana y otra no hace nada.

-Buenos días, queríamos los impresos para solicitar un núcleo zoológico.

-Pues la señorita que se ocupa de eso está desayunando.

-¿Tardará mucho?

-Unos 15 minutos.

-Ahora volvemos.

Bajamos a la cafetería y nos quedamos 15 minutos tomando algo. Volvemos a subir.

-¿Está ya la señorita?

-No. Todavía no ha vuelto, pero la pueden esperar aquí sentados -muy amable, el señor.

En las paredes cuelgan esos decálogos tan graciosos que nos hacen más agradable la espera según los leemos. Uno es "cómo burocratizar al máximo" con el famoso "vuelva usted mañana". Otro de los decálogos es el del mínimo esfuerzo, como "si te dan ganas de trabajar, siéntate un rato hasta que se te pase". No sé si son para reír o para llorar.

Llegan dos señoritas. No son. Pero hay suerte, porque una de las chicas sabe algo del tema y, rebuscando, encuentra unos papeles, aunque no nos puede contestar a ninguna duda.

Le hacemos unos comentarios de dónde hay que inscribirse para ser funcionarios como ellos y nos contesta que hablemos con la jefa de la planta. Pero no está (¡qué pena!).

Salimos del edificio a las 13.03.

No dudo de que haya funcionarios que trabajen. Pero también tengo claro que son los menos. Y, aun a riesgo de que me coman los lobos, yo sugeriría que, en vez de congelar el salario este año a los funcionarios, se lo rebajen un 20%.

Acabamos de contratar a una secretaria y, al anunciar el puesto de trabajo, se presentaron 70 personas. Al hacer una primera selección, dos de las candidatas renegaron del puesto, ya que una cobraba más del paro, por haber sido funcionaria, de lo que podíamos ofrecerla, y la otra estaba a la espera de que la volviera a contratar la Agencia del Medio Ambiente, en donde, por "no hacer nada", en sus propias palabras, iba a cobrar 200.000 pesetas.

Es posible que cuando llegues nuevo a la Administración, tengas ganas de trabajar y que luego, contagiado por compañeros apáticos o simplemente con el aviso de los veteranos de que no se te ocurra hacer más que ellos, todos acabaríamos igual.

Pero no me consuela en absoluto, ya que nadie me va a pagar, como empresa privada, las casi dos horas que he perdido de mi tiempo para ir a recoger a Madrid unos papeles.

Arganda del Rey.