La refundación del consejo de Europa
Hasta hace tres años, el proyecto de construcción de la unión europea y las instituciones creadas para realizarlo estaban hechos a la estricta medida de la parte occidental del Viejo Continente. Ha sido el desplome del comunismo el gran acontecimiento que ha puesto a Europa en una nueva situación. Al desaparecer el telón de acero, el proyecto europeo y sus instituciones han recuperado una dimensión que es la dimensión geográfica e histórica natural de Europa, pero que hasta hace tres años era de recuperación impensable.Al proyecto político europeo, surgido -como les ocurre a casi todos los proyectos políticos- como respuesta a errores del pasado, en este caso como antídoto frente al brutal choque de los intereses nacionales en Centroeuropa que provocó dos guerras mundiales en suelo europeo en el transcurso de tan sólo 30 años (1914-1918; 1939-1945), no le queda otra alternativa, para no recaer en las pasadas tragedias, que avanzar en el camino de la asociación supranacional, sean cuales sean, que son muchas, las dificultades. Ese pasado trágico ha venido actuando como conciencia de que no hay otro dilema: o asociación o barbarie.
El Consejo de Europa, fundado en 1949 bajo la inspiración de los movimientos federalistas europeos, fue la primera institución que se puso a trabajar para dotar de bases sólidas al entonces incipiente movimiento de integración. En. 1950 aprobó un texto clave, la Convención Europea de los Derechos del Hombre, y ha venido velando, a través de la Comisión y el Tribunal de Derechos del Hombre de Estrasburgo, y desde la Asamblea Parlamentaria y el Comité de Ministros, por la salvaguarda de los derechos humanos y de los valores democráticos (supremacía de la ley, elecciones libres, pluralismo político). En estos últimos años, tras el derrumbamiento del bloque comunista, el Consejo de Europa ha adquirido una nueva relevancia al ser la instancia que decide la admisión o no admisión de los países de la Europa central y del Este, una vez democratizados. Hungría, Polonia, Bulgaria, Lituania, Estonia, Eslovenia, la República Checa, Eslovaquia, ya están incorporados. Rumania acaba de hacerlo, y Albania, Bielorrusia, Letonia, Croacia, Moldavia, la Federación Rusa y Ucrania tienen. el estatuto de invitado especial, por el que los Parlamentos nacionales de estos países envían delegaciones que asisten en Estrasburgo a las sesiones plenarias de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y a las reuniones de las comisiones.
El Consejo de Europa se dispone hoy a celebrar, por primera vez en su historia, una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 31 países que has ta el momento lo integran. Esa cumbre se realizará en Viena (Austria) los días 8 y 9 de octubre. El momento europeo en que se celebra no es fácil: recesión económica generalizada, turbulencias monetarias, brotes xenófobos y racistas, la hasta ahora imparable tragedia en la antigua Yugoslavia y, en el ámbito de la Comunidad Europa, el pesimismo mantenido por la evidencia que países claves en el proceso de unidad -Alemania, Francia y, de otro modo, el Reino Unido- exhiben reiteradamente su anteposición de los intereses nacionales a otras consideraciones de interés común.
La cumbre de Viena va a ser el primer cónclave paneuropeo en el que se van a reunir jefes de Estado y de Gobierno de 31 países europeos, los representantes de la Gran Europa. ¿Qué puede salir de esta magna reunión? La agenda prevista incluye objetivos que, de traducirse en compromisos reales, supondrían avances indudables para reiniciar una nueva etapa con instrumentos actualizados para poder hacer frente a la complejidad de las nuevas situaciones.
La cumbre pretende aprobar un protocolo adicional a la Convención de Derechos del Hombre sobre los derechos de las minorías nacionales. La Asamblea Parlamentaria ha aprobado un texto articulado que será estudiado en la cumbre y que, si resultara aprobado -para lo que deberá superar ciertas resistencias de algunos países-, sería un instrumento jurídico de gran utilidad para prevenir riesgos de conflictos como los que asuelan la antigua Yugoslavia.
Se pretende asimismo reforzar los mecanismos de protección de los derechos humanos mediante la sustitución de los dos órganos jurisdiccionales actuales, la Comisión y el Tribunal, por un tribunal único dotado de jueces estables en funcionamiento permanente, lo que, eliminaría las actuales demoras en los pronunciamientos.
Los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Viena deberán pronunciarse también sobre el papel que el Consejo de Europa debe desempeñar ante la nueva dimensión europea, en relación con otras organizaciones o instituciones, en concreto la Comunidad Europea y la CSCE, como plataforma para la cooperación política paneuropea en la que todos los países miembros puedan participar en pie de igualdad, y como organización encargada del reforzamiento de la seguridad democrática en Europa tomando en consideración la cooperación transfronteriza y regional y la intensificación de la democracia local. Para ello se reformará el estatuto por el que se viene rigiendo y se revisarán las bases financieras de la institución.
Ésos pueden ser los pasos más importantes que tal vez dé esta cumbre histórica, o al menos son los que se espera que dé. Como ha declarado el presidente de la Asamblea Parlamentaria, Miguel Ángel Martínez: "Esperamos que no se limite a ser una gran foto de familia, sino la reunión en que el Consejo de Europa recibirá de parte de los Estados miembros el impulso político que necesita, también los recursos necesarios y la definición de sus más amplias funciones para desempeñar las tareas encomendadas en el proyecto de construcción europea".
Creado para una Europa distinta en un momento distinto, el Consejo de Europa busca en esta cumbre la modernización y el impulso indispensable para hacer frente a la nueva dimensión europea y a las nuevas circunstancias. Precisamente porque esas circunstancias son adversas adquiere toda su importancia el hecho de que esta cumbre se celebre: como expresión de la voluntad política de reforzar una institución que tiene encomendado salvaguardar lo mejor que ha dado la tradición cultural europea: el respeto a los derechos del hombre, la tolerancia entre diferentes etnias y culturas, el respeto de los derechos de las minorías, la organización democrática de las naciones, la resolución de los conflictos mediante el derecho y no por la violencia y la cooperación cultural entre los pueblos.
es periodista. y corresponsal del Consejo de Europa en España.
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