_
_
_
_

China busca al sucesor de Deng

Tres hombres sin carisma luchan por la herencia del anciano líder

Juan Jesús Aznárez

La sucesión de los líderes engrandecidos por episodios históricos extraordinarios no es fácil. En el sordo forcejeo que siguió a los funerales del fundador de la República Popular de China, Mao Zedong, se impuso con el paso de los años Deng Xiaoping. El tiempo también pasa para este veterano revolucionario que cumplió 89 años en agosto, y su salud parece tan frágil como provisional la estatura política de Jiang Zemin, favorito en la tema dispuesta por el emperador y teórico sucesor al trono.

"El PCCh quiere asegurar a toda costa la estabilidad social después de Deng, por eso la sede olímpica, ahora perdida frente a Sidney, hubiera sido un elemento de cohesión importante durante los próximos siete años", señala Dewu, guardia rojo durante la Gran Revolución Cultural (1966-1976), periodista del Partido Comunista Chino (PCCh) durante los primeros años de apertura que trajo Deng en la década de los 80, y más negociante que reportero en la presente apoteosis económica.

Peter Van Ness, como otros sinólogos que investigan la compleja evolución del mastodonde asiático, advierte sobre las consecuencias de una transición fuera de control. "Todos los chinos conocen, y la mayoría teme, el gran potencial de caos de esta sociedad. La transición puede ser mucho peor que en la antigua Unión Soviética o incluso que en la misma Yugoslavia", subraya.

La moderna historia nacional y la propia composición geográfica y étnica de China sostienen esa alarmista premonición. No faltan quienes piden el establecimiento de una estructura federal para impedir la temida desintegración. Las escabechinas de un siglo, tanto contra la intervención extranjera como la contienda entre revolucionarios y nacionalistas que finalizó en 1949, anegaron en sangre el país y demostraron las terribles consecuencias de los enfrentamientos civiles en esta nación de dimensiones continentales.

Desplazamiento de dirigentes

"Personalmente pienso que después de la muerte de Deng aquí no pasará nada. Al menos de forma inmediata. No digo que después se desaten las inevitables luchas internas por el poder y se produzca el desplazamiento de dirigentes actualmente en el Gobierno, pero no es previsible una revuelta fulminante. Son muy pocos los que quieren una marcha atrás. Viven mucho mejor que antes", subraya un embajador comunitario.

Las aglomeraciones de estos días en los grandes almacenes de Pekín parecen corroborar la tranquilizadora reflexión. La actual prosperidad, precaria, pero sin precedentes históricos, constituye el principal factor de estabilidad y el argumento que arrinconó a la gerontocracia más renuente al cambio.

La opinión más extendida entre los consultados en Pekín es que, si el crecimiento económico se mantiene controlado, el triunvirato ahora en el poder permanecerá y en él cobrará mayor fuerza Zhu Rongji, activo ejecutor de la apertura emprendida hace 15 años.

Sobrevivientes de la Larga Marcha, ancianos apartados de los organismos del Estado en las últimas reuniones del partido, uno de ellos Chen Yun, conservan considerable influencia entre las filas conservadoras, aparentemente molestas porque la liberación de presos y concesiones efectuadas durante la campaña por la candidatura de Pekín a los Juegos Olímpicos del año 2000 no fueron correspondidas con la adjudicación de la sede. Chen, de 88 años, militante en la trinchera contra la apertura de Deng, fue miembro de Comité Permanente del Buró Político del PCCh y pasa por ser uno de los simpatizantes de Li Peng, actual primer ministro.

La correlación de fuerzas puede cambiar tras la muerte de Deng Xiaoping, pero en estos momentos la sucesión bendecida por el viejo agitador, cuyo único cargo es presidente de la Asociación Nacional de Bridge, es ésta: Jiang Zemin, de 67 años, presidente de la República y de la poderosa Comisión Central Militar, secretario general del partido y cuadro con no mucho predicamento entre el estamento castrense; Li Peng, de 64, primer ministro, miembro del Comité Permanente del Buró Político y denunciado como verdugo por las víctimas de la represión militar de junio de 1989 en la plaza de Tiananmen; Zhu Rongji, de 64, vicepresidente, integrante también de la decisiva instancia partidista y encargado de evitar que el actual crecimiento económico se salga de madre. Disfruta de la mejor imagen en Occidente y de fuertes apoyos en las zonas más abiertas al capitalismo y la inversión extranjera.

Otros analistas agregan el nombre del enigmático y poderoso Qiao Shi, ahora presidente de la Asamblea Nacional y durante muchos años responsable del aparato de seguridad y espionaje. Formados políticamente después de la fundación de la República Popular, en 1949, ninguno de ellos se acerca a la autoridad y categoría de Deng y todos cuentan con detractores a la espera de una oportunidad para el descabello. "Es improbable que algún gobernador militar salte de la silla con una llamada telefónica de Zhu, Jiang o Li. Con Mao o Deng, veteranos de guerra y de mando de tropas, la cosa era muy diferente", comenta una de las fuentes consultadas.

Cruzada anticorrupción

El aumento del PIB y los índices de inflación en la fecha de los funerales del pragmático monarca comunista serán decisorios en la pugna por su sucesión. Algunos extranjeros en Pekín sostienen, sin otra base que lo ocurrido en anteriores campañas, que la actual cruzada contra la corrupción puede ser aprovechada para marginar a quienes estén en condiciones de presentar batalla cuando aquél muera. De hecho, los conservadores aprovecharon dos movimientos estudiantiles para silenciar a los entonces delfines de Deng: HuYaobang y Zhao Ziyang fueron purgados por demasiado liberales, en 1987 y 1989 respectivamente.¿Y el Ejército? Un ejecutivo español con cerca de 20 años de actividad empresarial en China opina que no hay razones para pensar en una sublevación cuartelera después de Deng, ni en el boicoteo militar a la autoridad política. "Los militares también se están beneficiando de la apertura económica mediante la participación en la misma de muchas empresas dependientes de las Fuerzas Armadas", señala.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_