Teólogos críticos
Quisiera aplaudir la labor de Enrique Miret, de Hans Küng y de cualquier otro teólogo, sacerdote retirado o en activo, o quien sea que, desde la propia Iglesia, se atreva a criticarla. Es lo mínimo que puedo hacer después de leer la carta firmada por José María Cusell, aparecida en EL PAÍS del martes 14 de septiembre. Uno de los argumentos esgrimidos para desmontar las "peregrinas elucubraciones" de los teólogos críticos es que "el Vaticano II confirmó la constitución dogmática del Vaticano I, en la que se reafirma el magisterio infalible del Papa"; es un caso grave de totalitarismo orwelliano, está claro. En virtud de ese dogma, "es evidente que los teólogos han de seguir las directrices del Santo Padre". Esperemos que no. Esperemos que surjan voces críticas en la Iglesia que denuncien los abusos de quien, siendo consciente de las consecuencias (superpoblación, transmisión de enfermedades: sufrimiento, muerte), prohíbe el uso del preservativo. ¿Y cómo llamamos a una organización que promete el cielo en el más allá de la muerte y crea el infierno en la tierra?-
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