La derecha y el sindicato Solidaridad quedan fuera del Parlamento polaco
Los sondeos lo sugerían, pero nadie se lo creía. La derecha, que entre tres partidos y agrupaciones obtuvo un 12% de los votos, no tendrá ninguna representación en el Parlamento polaco elegido el domingo. El único partido de los que se autodefinen como de derechas que tiene posibilidad de entrar en el Parlamento es la Confederación de la Polonia Independiente, que representa en el terreno económico un populismo desenfrenado.
Con heridas graves salieron también de la contienda los partidos centroliberales. La Unión Democrática del ex primer ministro Tadeusz Mazowiecki obtuvo casi un 2% de votos menos que hace dos años. El partido más procapitalista y representante de la naciente clase media, el Congreso Liberal Demócrata, obtuvo menos del 4% y no entrará en la Dieta (Parlamento).Una de las víctimas más notorias de las legislativas del pasado domingo ha sido, sin duda, el sindicato Solidaridad. Con 1.800.000 afiliados se ha convertido en un sombra de lo que fue en 1980, cuando sus filas contaban con 10 millones de miembros. La causa ha sido su política de reivindicaciones. Pese a la búsqueda desesperada de popularidad que le lleva a organizar decenas de huelgas y de protestas, Solidaridad (la leyenda de la lucha polaca por la democracia) no logró superar el umbral del 5% de los votos establecido por la nueva ley electoral.
Este fracaso se veía venir desde hace tiempo, sobre todo desde la primavera del pasado año cuando el sindicato apoyó mayoritariamente al Gobierno del radical anticomunista Jan Olszewski. "De hecho, Solidaridad, desde su renacimiento en 1989, era en la práctica un zombi que no supo reencontrar su lugar en el escenario político", comentó ayer un periodista de la radio nacional polaca.
La aversión de los polacos hacia cualquier tipo de radicalismo, tanto de izquierdas como de derechas, influyó también en el muy débil apoyo a los partidos que intentaban basar su popularidad en la retórica anticomunista. En el Parlamento no entraron ni la Plataforma del Centro, del ex colaborador de Lech Walesa Jaroslaw Kaczynski, ni la Coalición para la República del ex primer ministro Olszewski.
Otra de las víctimas del castigo electoral polaco fue la coalición de los partidos católicos, apoyados más o menos veladamente por la Iglesia. La Alianza Patria logró un apoyo de apenas un 6,4%, pese a que varios párrocos habían señalado con el dedo el número de su lista. Para entrar en el Parlamento, los católicos necesitaban, un 8% de los votos al ser una coalición de partidos. La ofensiva ideológica de la Iglesia y, sobre todo, la aprobación de la restrictiva ley del aborto la pasada primavera fueron, al parecer, los principales motivos del rechazo a los católicos por una sociedad que en el 95% profesa esta religión.
Un duro revés ha sufrido también el presidente Walesa. Su Bloque No Partidista de Apoyo a las Reformas apenas logró entrar en el Parlamento. Walesa, sin embargo, sabe aprovechar cualquier situación en su favor y la lucha es su elemento.
En la batalla con el futuro Parlamento, inclinado hacia la izquierda, Walesa tratará de aprovechar los conflictos entre los eventuales aliados de la coalición gubernamental para convertirse de nuevo en un árbitro y actuará desde la oposición, lo que podrá ayudarle a ganar algo de su popularidad perdida. Si el Parlamento se rebela contra él (los poscomunistas y los agrarios disponen casi del 66%, suficiente para aprobar una nueva Constitución) y limita las prerrogativas presidenciales, Walesa anunció ya en una entrevista antes de las elecciones que volverá "con el pueblo" para arreglar las cuentas.
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