PSV tiene 1.000 casas entregadas, 3.000 en obras y 6.000 pendientes
El éxito fulgurante de Promoción Social de Vivienda (PSV) está en el origen de la alarma de muchos de sus socios. El ordenador de esta macrocooperativa privada ligada a UGT almacena los datos de 400.000 personas (80% en Madrid) con expectativa de comprar una casa a un precio razonable, algo que no han logrado encauzar las administraciones. Los responsables de PSV han pretendido satisfacer en poco tiempo, con una discutida gestión, la demanda de 50.000 familias. Y están fracasando. Sus responsables achacan la culpa de que sólo haya 1.000 pisos terminados y otros 3.000 con las obras muy avanzadas a la dilatación de los procesos administrativos y al retraso de los créditos de los bancos públicos. Otros 6.000 siguen pendientes.
Este año, PSV ha vivido los peores meses desde que Carlos Sotos Pulido -ahora su presidente interino y entonces un simple auxiliar administrativo- creó en 1988 esta cooperativa con 300.000 pesetas y una hipoteca sobre el piso de su esposa.Sotos no ha querido sólo construir viviendas baratas. Su proyecto obedecía a un objetivo grandilocuente: "Constituir un grupo líder en el campo de los servicios de la economía social". Para hacer sólo 500 u 800 viviendas al año "no habría montado este tinglado", justifican sus colaboradores. Pero incluso esa cantidad de pisos sólo es posible para cooperativas importantes, como Vitra, de CC OO. El Instituto de la Vivienda de la Comunidad de Madrid mucho s años no termina 3.000 casas.
El presidente de PSV ha intentado responder a la ilusión que él mismo generó. Sotos recolpiló en poco tiempo los datos sobre la necesidad de vivienda de 400.000 españoles (320.000 madrileños), inscribió en PSV a 50.000 (40.000 en Madrid), y tiene expectantes a otros 19.000 cooperativistas, de los cuales 15.700 (12.100 en la región) tienen adjudicada promoción y han pagado ya una media de 2,5 millones. Son los que le presionan en las asambleas.
A las administraciones -favorecedoras y culpables de la situación crítica actual de PSV- la cooperativa de UGT les ha resuelto varios problemas. Ahora, no obstante, están en el disparadero. Durante unos años, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid han delegado en PSV la función básica de construir pisos asequibles. Gracias a ello se han librado de la habitual presión social que imprimen estos ciudadanos a sus demandas.
Pero los responsables urbanísticos del Ayuntamiento y la Comunidad están preocupados.
La cooperativa PSV -que obtuvo en los concursos públicos la mayor parte del suelo, tanto del Plan 18.000 municipal como del consorcio Valdebernardo-promovido con la Consejería de Política Territorial- no puede pagar muchas licencias de obras concedidas a sus parcelas y no se presenta a las escrituras de otras. Debe por ello al Ayuntamiento de Madrid unos 1.400 millones y en algunos casos ha superado todas las prórrogas posibles y se encuentra en fase de apremio.
Este problema lleva estancado en la Gerencia de Urbanismo bastantes meses. Si no se pagan estas licencias, no se pueden retirar y no se deben empezar las obras. Fuentes de PSV, sin embargo, responsabilizan a las administraciones de la tardanza de hasta 16 meses en conceder estos permisos, imprescindibles para transformar el suelo en una parcela urbanizada hipotecable.
Ésta es la respuesta oficial de PSV: "La multiplicidad de figuras urbanístico-administrativas y el planeamiento urbanístico en un sitio concreto, las dificultades añadidas de orden político (convenios entre administraciones y los particulares, procesos expropiatorios, acuerdos de ayuntamientos, consorcios ... ) y la obtención, siempre lenta, de los permisos, licencias y otros actos de las administraciones, sitúan en el medio y largo plazo los procesos de maduración de la gestión inmobiliaria".
Efecto embudo
Además, los portavoces de e ta cooperativa exponen otro argumento. Los retrasos de las licencias han demorado el inicio de las obras y la ejecución de éstas se ha acumulado. En Madrid, entre 1989 y 1991, PSV se con suelo para 10.160 pisos. A finales de 1993 sólo se ha comenzado la mitad. PSV se topó el pasado diciembre con su compromiso de emprender más de 10.000 casas, que suponían una financiación de 70.000 millones. En ese momento los bancos le habían aprobado sólo 3.000 millones de pesetas en créditos.
Los bancos no se han portado bien con PSV -según la cooperativa. y las administraciones por la excesiva acumulación de riesgo en una sola cooperativa, las malas relaciones del Gobierno con UGT y de las entidades financieras con el propio Sotos y por el temor a la crisis inmobiliaria. Al presidente de PSV este hecho no le importó. Empezó las viviendas con dinero adelantado (recursos propios) sobre esos créditos prometidos.
Argentaria y Cajamadrid le han concedido en agosto 10.454 millones, de los que todavía no dispone, para pisos casi acabados. Fuentes de Cajamadrid afirman que PSV no debe recibir ningún trato de favor y que en muchos casos se demoran los créditos porque la documentación entregada es incompleta.
El presupuesto para ladrillos no salió de los bancos, pero sí de lo que en PSV denominan "gestión de los recursos propios": 12% de promedio de beneficio que cobra la promotora en cada actuación. Los cooperativistas más críticos, los que no tienen la tranquilidad de ver en sus parcelas ni siquiera grúas y han adelantado ya varios millones, piensan que ellos han pagado las casas concluidas en otras promociones. Y PSV lo niega.
Los bancos, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no quieren en el futuro más operaciones "sobredimensionadas, excesivamente voluntaristas y magnificadas" como PSV. Propugnan una división de la macrocooperativa por promociones independientes o por autonomías. PSV ha creado una filial para desarrollar esa solución.
El concejal de Obras de Madrid, Enrique Villoria, tilda el proyecto PSV de desnaturalizado sobre el origen del cooperativismo: "Es un esfuerzo común que no parte de abajo arriba, sino al revés, y que mete en el mismo saco a unos socios de Villaverde con otros de Murcia". El consejero de Política Territorial, José María Rodríguez Colorado, mantiene que PSV "es viable en Madrid, pero para 1.000 viviendas al año" (y no 5.000 como se pretende).
Los enemigos de Sotos le acusan de despilfarrar y de no poner ladrillos. El presidente de PSV, efectivamente, no repara en gastos o gustos extravagantes, pero se defiende de la quiebra -que cifran sus enemigos en 20.000 millones- lanzando los 38 millones de ladrillos ya colocados.
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